Tradición, memoria y disfrute. Los Caños ha cambiado, es indudable, ha renovado sus espacios para agradar más al comensal y hacer el trabajo más fácil a sus empleados, pero sigue conservando el espíritu de siempre. Eso sí, a través de la mirada de una nueva generación, “más joven, con muchas ganas, con dudas, como muchos jóvenes que se lanzan a por un nuevo proyecto en un momento atípico, pero con la voluntad de agradar”.
Miguel Caño está feliz por todo lo conseguido en el último año, desde que regresó a casa para poner en marcha ‘Nublo’. Se marchó fuera con la ilusión de volver a Haro y poner a la ciudad que lo vio crecer en el mapa gastronómico “gracias a todo lo aprendido y experimentado fuera de aquí”. Volver a casa para poner en práctica todo lo aprendido, ése era el objetivo. Y el primer paso fue ‘Nublo’. Reconoce que ha sido un año “muy intenso”, por los reconocimientos conseguidos, pero también por el trabajo y el cariño demostrado cada día por los clientes.
Y al poco tiempo de comenzar la aventura con ‘Nublo’, vieron la necesidad de hacer una propuesta diferente “con una mirada joven, más singular. Haro es un océano azul en torno al turismo, que demanda propuestas de más calidad. Los turistas cada vez viajan más, comparan más y experimentan más, por eso vimos una necesidad y decidimos coger las riendas de Los Caños, recogiendo la tradición y lo que ha sido este establecimiento, con toda la solera que ha tenido en La Herradura”. Y así Los Caños se convirtió en una pata más de un proyecto gastronómico que ya cuentra con una veintena de empleados entre los dos espacios.
Nueva oferta en La Herradura
La piel de Los Caños ha mutado, hay una nueva oferta, mucho más económica que en ‘Nublo’, con una barra “más acotada”, pero con varias de las especialidades de siempre. “Si llegamos a quitar los pimientos rellenos, nos echan la puerta abajo”, bromea Caño, que resalta una oferta basada en una carta que va cambiando cada semana y en los fueras de carta con productos de temporada. “Hemos apostado por una oferta más pausada. Antes se consumía de pie, ahora hay más espacio para mesas, para estar tranquilo disfrutando de cada plato sin estar pendiente del reloj”.
Porque si en algo quiere incidir Caño es en el “disfrute”. “Aquí no tenemos los corsés que pueden exigir restaurantes más clásicos. Apostamos por un trato más amable, un servicio ágil y una oferta disfrutona, que haría, por ejemplo, las delicias de chefs en sus días libres. Comenzamos con un aperitivo gratuito, se sirve la bebida y después cada comensal puede preparar su fiesta gastronómica a su gusto. Hay muchas posibilidades”, señala Caño.
Precios populares
Pero ¿qué cocina ofrece Los Caños? “Son platos tradicionales, muy reconocibles, con productos frescos, que recuerdan al arraigo y a la tradición de la comida casera de toda la vida, hechos con el mismo cariño, profesionalidad e incluso alguna técnica de Nublo, pero a precios populares”.
La parrilla es una de sus señas de identidad, pero también “el sabor que rememora las comidas en casa en familia o la tradición de la tierra. Me gusta decir que es un pequeño bistrot riojano, con mesas pequeñas, con un servicio ágil y en el que el comensal sólo tiene que centrarse en el disfrute”.
Por ahora cuenta con más de 60 referencias de vinos de Rioja, pero con las miras puestas en seguir ampliando esta cifra. “Si en Nublo ofrecemos vinos del mundo entero, en Los Caños nos hemos querido centrar en Rioja. Haro es una referencia de la Denominación y La Herradura un escaparate perfecto para mostrar algunas de sus mejores referencias”, indica Caño.
El caballo como icono
Si el relato de Nublo hubo que inventarlo desde cero, el de Los Caños ya estaba escrito a fuego en sus paredes y en su historia, basado en la tradición y el momento “carpe diem” representado cada 24 de junio, Día de San Juan, cuando el local se vacía y entra el pregonero a lomos de un caballo para posar en una fotografía, que ya es uno de los iconos de Haro.
De hecho, la herradura está presente en la fachada del renovado establecimiento, accedes a su interior por un arco de herradura, hay huellas de herradura en el suelo y sobre las mesas del comedor sobrevuela un caballo colgado del techo, una pieza única realizada en láminas de acero, ejecutado por Santos Bregaña, responsable también del diseño del ‘Nublo’. Un caballo, que en la imaginación del diseñador, se convirtió en un unicornio, como símbolo de un nuevo proyecto gastronómico en Haro que, desde la “singularidad” y una visión “más joven” sólo tiene la voltundad de “agradar a través de la memoria, la tradición y el disfrute”.
