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Los hechos bélicos en Haro (III): lo ocurrido el 13 de marzo en el término de ‘El Puerto’

Este texto intentará esclarecer este hecho histórico que ha sido tratado en la literatura de forma errónea en múltiples referencias
Foto: Fernando de la Fuente

Tal como dijimos en el artículo anterior, a las puertas del 13 de marzo de 1834, el levantamiento y pronunciamiento carlista parece un tanto derrotado en la zona Norte encontrándose las tropas en repliegue sobre el País Vasco y Navarra. La disgregación de la columna del Cura Merino, junto a otras fuerzas Realistas, hace que muchos de los soldados se replanteen el volver a sus hogares. Será labor del general Tomás de Zumalacaregui el acto de reorganizar las tropas, denominadas ya como Carlistas, marcando una estrategia de guerrillas similar a la aplicada en la guerra de Independencia. Las tropas carlistas estaban, como ya hemos señalado, faltas de todo tipo de intendencia, lo que hacía muy apetecible toda la zona riojana debido a las riquezas naturales o la fábrica de paños de Ezcaray. Además, esta región sumaba otro atractivo, ya que toda la zona del valle del Ebro componía una la cortina de apoyo de los ejércitos que combatían en el Norte, así que los golpes de mano y ataques guerrilleros harían que muchas de estas tropas que podían ser desplegadas en el frente se vieran comprometidas en la defensa de las líneas de abastecimiento. Estos son los antecedentes y condicionantes de las motivaciones que condujeron a la “batalla de Herrera”.

Los hechos bélicos en Haro (III): lo ocurrido el 13 de marzo en el término de 'El Puerto' 1
Camino del Puerto hacia el monasterio de Herrera. Minuta MTN 50-0169

Por otro lado, este texto intentará esclarecer este hecho histórico que ha sido tratado en la literatura de forma errónea en múltiples referencias. Los deslices van desde localizar la batalla en el puerto de Herrera (esto es en Álava, en el entorno de Peñacerrada) o señalar el lugar donde se erige el cenotafio como el lugar del encuentro bélico. Es pues misión de este escrito desarrollar y explicar el trascurso de la refriega para aclarar cómo se produjeron los hechos. Dejaremos para un capítulo final una visión general de como trascurrió la guerra tras el 13 de marzo y los datos posteriores de la Tercera Guerra Carlista, con mención a un reconocido guerrillero carlista jarrero.

El 12 de marzo Basilio García y Velasco, al mando de una columna de 350 fusileros y 32 caballos, cruzó el vado de Revenga procedente de su base de operaciones en Santa Cruz de Campezo sita en la montaña alavesa. Este vado, muy importante, que se usaba desde la antigüedad, servía de corredor para el tráfico de mercancías desde la montaña y llanada Alavesa y el burgalés Condado de Treviño. Desde este lugar se inicia un camino, a través de los conocidos como Corrales de la Villa de Miranda, no confundir con los corrales de Haro, que puede llevar a Miranda o al Monasterio de Herrera a través del término de la Herreruela. Las tropas tomarían el camino al yermo cisterciense para pernoctar en el cenobio, ya que, según se presume, gozaban de las simpatías del convento.

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Tal hecho llega a conocimiento de las autoridades y villa de Haro, donde se moviliza una compañía del Regimiento regular Extremadura, tropa profesional acantonada en nuestra población, que sumaba unos 60 hombres, a la que se uniría la entusiasta Milicia Urbana harense, con unos 200 efectivos, señalando Hergueta, que los fogosos y en su mayoría inexpertos cristinos o liberales, se lanzarían a la aventura, ya que desconocían el número de las huestes carlistas, que además, parece ser, que conocían las intenciones de la tropa liberal de salirles al paso para detenerlos. Parten al amanecer tomando el camino que lleva del Puerto a Herrera (aquí es donde erra alguna referencia, ya que consideran que salieron hacia el camino del Puerto “DE” Herrera, en vez del camino del Puerto “A” Herrera). La ruta desde nuestra población al cenobio, una vez pasado el puente de Piedra, pasaría por Cantarranas a los Arenales para salvar el Barranco de Cubillas avanzando por la senda de la Serna a Miranda hasta el cruce con el camino del Puerto, por el cual se salva el Portillo para llegar a la fuente del Pucherillo y la Senda de los Abades, o bien, el camino directo al monasterio, en el cruce del Mojón de la Somadilla donde se dividen estos dos posibles trayectos.

Hergueta no nos indica donde se produjo el encuentro entre ambas fuerzas, pero lo cierto es que las tropas carlistas, mucho más fogueadas, repelieron a la tropa cristina provocando una desordenada huida por el camino del Puerto que sería perseguida y acosada hasta llegar a la zona de los Arenales, junto al Ebro, intentando huir cruzando el río, que se cobraría varias muertes por ahogamiento. Otros se salvarían al confundirse entre los aparceros y cuadrillas que iban a realizar las labores en el campo. Sin embargo, las tropas de Basilio García lograrían capturar al comandante de la milicia liberal, Félix Gárate, junto a otro mando, Fernando Ponce de León, por los cuales consiguieron un rescate de 30.000 reales.

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Uno de los cadáveres de los ahogados apareció varado en las proximidades del puente de Briñas, cuerpo perteneciente al sargento segundo Antonio Bañares, siendo en este lugar donde se procedería a levantar una lápida donde se recordaba a los caídos en esta nefasta jornada para los liberales, de la cual hablaremos posteriormente. Las tropas carlistas, llegarían a Santo Domingo el día 15, donde se avituallarían tanto de material como de voluntarios, iniciando una acción de evasión que les lleva a recorrer zonas del valle del Najerilla y del rio Tobía, para retroceder en último momento en dirección opuesta y desde la zona de Cerezo de río Tirón buscar el paso de las Conchas en la noche del 20 o 21. Tras perder algún hombre en un encontronazo mientras vadeaba el Ebro, lograría alcanzar con la amanecida la ermita del Toloño, pasando a través de la Sierra a Lagrán, donde se reincorporó al grueso de las fuerzas tradicionalistas.

El cenotafio, aunque posiblemente acogería, durante un tiempo algunos restos, sirvió de recuerdo y homenaje a los caídos de esta refriega, acreditando forma de lápida, coronada por una cruz, en la que se pueden leer los nombres de los fallecidos y la fecha de los hechos. Desde entonces los milicianos, en el aniversario de la batalla, acudían hasta este monumento disparando salvas y realizando discurso exaltando los ideales liberales.

Posteriormente, en 1889, se procedería a la construcción de un panteón, en la Florida Vieja, frente a la basílica de la Vega, que conocemos como el Panteón de los Liberales, que tras su última intervención se le renombró como parque de los Liberales. El Panteón tenía una forma de columna, con un cercado metálico y un pequeño jardín circundándolo; poseía unas líneas muy sencillas con labras en los cuatro lados de esta pilastra, repitiendo el texto del cenotafio y añadiendo leyendas relativas a los hechos, de carácter honorífico. Incluso se renombró la calle Taranco para rememorar estos hechos; se denominó como calle del 13 de marzo y una plazuela cercana como Herrera en 1892.

Finalmente, este monumento sería retirado por el ayuntamiento surgido tras el levantamiento militar del 18 de julio de 1936.

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