Las vendimias manuales, generalmente sobre cepas conducidas en vaso, siempre dejan restos sin recoger. Esto sucede bien porque los racimos presentan una imagen poco provechosa o porque todavía están sin alcanzar la madurez deseada.
Un mes mas tarde, al amparo del sol de otoño, las ‘racimas’ descartadas muestran su color, su belleza y también, por supuesto, su dulzura.

Tres ‘renques’ de Viura entre una avalancha de Tempranillo | Foto: Josu Bilbao Fullaondo Así se muestra el Tempranillo riojano alcanzado el otoño. San Lorenzo con nieve y la estela de un avión rumbo quién sabe dónde | Foto: Josu Bilbao Fullaondo El gris marengo de las uvas se confunde con el color de la piedra del terreno | Foto: Josu Bilbao Fullaondo