Dicen que la artesanía es habilidad y el arte es intención. Herramélluri está cargado de intenciones. Este verano realizaron una exposición colectiva de dos artistas y todo un pueblo detrás. Marisa Rivera y Charo Gallardo unieron su talento y sus ganas de agitar el árbol de la cultura de Herramélluri para ofrecer una muestra que tuvo, según Marisa, “una respuesta espectacular”.
Cuenta la pintora nacida en la localidad riojana, Marisa Rivera, que desde que vio los árboles de latas recicladas que adornaron el pueblo durante la Navidad de 2022 tenía ganas de hacer algo junto a Charo Gallardo, impulsora de la iniciativa navideña, artista y miembro, como Marisa, de la Asociación Cultural Ciudad de Libia.
Casi dos años después, Marisa y Charo han incluido a todo el pueblo en algo más que una exposición colectiva de dos artistas locales. El arte vuelve a ser algo más que una habilidad, una muestra de talento.
Esta colaboración artística tiene dos hilos sobre los que se ha ido tejiendo un objetivo claro: poner a Herramélluri en el centro.
Tirar del hilo
A lo largo de su vida, Charo Gallardo ha trabajado e investigado con las posibilidades artísticas del textil y de los tapices y ha expuesto su obra a lo largo de diez años. A partir de su jubilación ha retomado ese trabajo y esa exploración. Con la elaboración de esos árboles de Navidad a partir de 10.000 latas aportadas por los vecinos y vecinas de Herramélluri, inició un camino que incluía a su labor textil, elementos usados y reciclados, de nuevo los vecinos y vecinas, le han ido aportando.
Corchos, aros de barricas, tapas de tarros o tapones: “todo puede ser útil para realizar un tapiz o elementos móviles”. Asegura Charo sentirse “atraída” por los somieres viejos: “Es un elemento del que fácilmente uno se quiere desprender y para mí es un soporte magnífico para elaborar un tapiz”. Reconoce Charo que ya hay vecinos que, visto el resultado, “quieren que les haga algo bonito para el cierre de sus huertas”.
Cuando fue acumulando un puñado de obra de gran formato con este nuevo lenguaje del hilo y elementos reciclados se planteó la siguiente pregunta: “¿Dónde expongo yo todo esto?”. Y tan sólo un mes antes de la exposición se dio con la tecla. Cuenta Charo que “hace tiempo que tenía ganas de hacer una intervención de un espacio urbano con mi obra y con mis elementos; todo cuadró cuando pensamos en la urbanización abandonada en Herramélluri”.
En 2009, según cuenta, una urbanización moderna de catorce viviendas se paralizó a punto de entregarse. Desde entonces, las viviendas, nunca habitadas, quedaron abandonadas. 15 años después, el abandono y deterioro es evidente y Charo vio una oportunidad para “dar vida a una urbanización abandonada”. El objetivo “no es que parezca nueva sino poner el foco en una situación que por desgracia no es la única en pueblos como el nuestro”.
Así, Charo colocó tapices hechos en somieres viejos en las entradas de cada bloque de viviendas: “La intervención no es en el interior sino en el exterior de las viviendas”. Con una intervención mínima, Charo fue colocando móviles o grandes tejidos en los huecos de las ventanas: “No busco la permanencia; quiero que, con el tiempo, los elementos que he ido colocando vayan sufriendo ese paso del tiempo”.
Esta intervención de Charo conectaba con el centro del pueblo gracias a unos tapices colocados en el centro médico y con la obra pictórica de Marisa expuesta en la sala multiusos. Durante el tiempo que duró la exposición se hizo una visita guiada por la urbanización para explicar el proceso y los objetivos. Gallardo no descarta hacer nuevas visitas si hay vecinos u otras personas interesadas.
La fuerza del color
Marisa pinta porque le gusta. Así de fácil. Vuelca en el color la personalidad en lo que observa y pinta. Nunca ha buscado exponer o vender sus obras. Su objetivo siempre ha sido otro: pintar. Pero la muestra de este verano en Herramélluri es otra cosa. “El pueblo me sugiere y el color me enamora”, reconoce.
Asegura que, aunque tenía claro que quería hacer algo con Charo en el pueblo, “costó encontrar el encaje juntas”. El arte de cada una es muy distinto: “Tengo mucha obra guardada y recopilé cerca de cuarenta obras sobre Herramélluri, algo que me parecía muy apropiado”. Además, como ya ha contado Charo, el trabajo artístico con el textil es muy distinto y hacía falta mucho espacio.
Una vez encontrado el espacio, el pueblo mismo, todo ha sido más fácil y los vecinos así lo han demostrado: “Ha sido una respuesta espectacular”.
Con la exposición ya cerrada y con la intervención de Charo sufriendo el paso del tiempo, es lógico pensar en futuras acciones y colaboraciones. Marisa asegura que sólo se plantea otras acciones para desarrollarlas en el pueblo, pero aún no hay nada elaborado. Charo ha disfrutado mucho con su primera intervención artística y no descarta seguir tirando del hilo.