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Recuerdo, siempre que lo hago esbozo una sonrisa, llevar a mis hijos a su guardería. Algo que para mí suponía todo un acontecimiento, más que una obligación diaria. Despertar a mis peques, asearlos, vestirlos, prepararles y darles el bibe, desayuno, almuerzo, carrito, mochilas, pañales, toallitas, etcétera. Cuando todo estaba dispuesto emprendíamos el camino hacia la ‘guarde’. Durante el trayecto, normalmente caminando y dada la curiosidad de los niños y niñas a esas edades, nos encantaba pararnos a saludar a los paisanos, acariciar mascotas, oler alguna flor, saltar o correr. En definitiva dedicar el tiempo, atención y amor que necesitan y merecen antes de dejarlos en manos de su profe, contentos, predispuestos y cargados de esa energía positiva con la que poder socializar, aprender jugando y continuar con su incipiente desarrollo emocional y cognitivo.
He de decir que si llevarlos era un acontecimiento, recogerlos era más emotivo si cabe. Sobre todo cuando salían con la misma ilusión o más, que con la que habían entrado a clase. Esa emoción que trasmiten y percibes en su abrazo, al grito de ¡¡¡papaaaá!!!. El montón de actividades que de golpe te quieren contar a todo trapo, atropellándose con su lengua de ídem, ese momento no tiene precio, tiene valor y es incalculable.
“Los servicios de la guardería eran excelentes”
He de decir que tanto las instalaciones y servicios de la guardería, aulas, material, patio, servicio de madrugadores, comedor, como la organización, profesionalidad y disposición de todo el personal, profesores, monitores, auxiliares, eran excelentes y hacía que cada día fuese especial para los pequeños. Lo digo con el conocimiento y causa de haber pasado una jornada entera con cada uno de mis hijos. Una oportunidad que ofrecía el centro, muy recomendable de aprovechar y disfrutar de “un buen día en la guarde”.
Lamentablemente, me consta que con el mismo conocimiento y causa por la situación que padecen actualmente, no creo opinen ni parecido los profesionales que prestan sus servicios y menos aún los padres de los peques que asisten a la guardería “Las Luces” de nuestra ciudad. Motivos no les faltan desde luego. Diariamente sufren en primera persona el penoso estado de sus instalaciones, que últimamente presenta unas condiciones de uso y habitabilidad más que deficitarias. Goteras, humedad, suelos inundados llenos de cubos, sin calefacción ni servicio de comedor, son ejemplo de ello. Una situación de riesgo e insalubridad manifiesta que sin duda afecta negativamente el ánimo y desempeño profesional de los trabajadores a la vez que condiciona el correcto aprendizaje y desarrollo de sus pequeños usuarios.
Problemas a los que se suman otros derivados en cuestión de conciliación familiar y la angustia que, como padres, genera ver el estado en el que se encuentra el lugar que confían a sus hijos, y precisamente confianza no inspira. Añade a todo lo anterior la frustración e impotencia de los afectados ante el discurrir de los acontecimientos y la falta de capacidad, voluntad y escasa respuesta política ofrecida hasta la fecha.
A todos ellos les tiene que resultar indignante y al resto de la sociedad alarmante, tratándose de un colectivo tan vulnerable como lo son los niños y niñas de temprana edad. Más aún siendo conscientes del pleno conocimiento del problema que desde hace mucho tiempo tiene la administración y la inacción demostrada. Es incomprensible no se haya actuado con mayor celeridad y coordinación por quienes tienen el deber de insistir y la competencia en proceder. En este caso Ayuntamiento y Consejería de Educación, respectivamente.
Esperamos y deseamos que esas luces se enciendan de una vez por todas en la cabeza de quienes tengan responsabilidad y competencia e iluminen ese mínimo sentido común necesario para solucionar ‘Las Luces’ que alumbraban a nuestros pequeños jarreros y con ello volver a disfrutar de… ‘UN BUEN DÍA EN LA GUARDE’
Porque últimamente las ‘zonas inundables’ de distinta índole están dejando en evidencia el negacionismo, desidia, incompetencia y falta de empatía en la gestión del PP y su “buen gobierno”.
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