- Términos de Haro: margen izquierda del Oja-Tirón (V) y la ribera del Ea
- Términos de Haro: la margen izquierda del Oja-Tirón (III)
Siguiendo el repaso de los términos de la margen izquierda del río Oja-Tirón, he reservado este apartado para el término de Atamauri, que al contrario que Arrauri, en un principio fue un despoblado que con el paso del tiempo iría convirtiéndose en término municipal. Su nombre, según Hergueta, significa “pueblo de cepas” o “viñas”. Sin embargo Fernando de la Fuente, tras consultas escritas y orales, no encuentra traducción, ya que según Hizteguia 2000, viña proviene de mahasti o ardantze, viñedo de mahastegi, cepa o pie de viña de mahatsondo y abundante en viñedos es el significado de mahastitsu, que poca relación tienen, cree, con Atama o algún sinónimo.
Situándolo mediante sus coordenadas físicas, podemos comprobar que limita al Norte con la Culebra, al Este con Rubina, al Sur con el Canal Viejo y al Oeste con parte de este último y de nuevo con la Culebra. Morfológicamente ocupa una pequeña elevación, unos 497 metros, rodeada por varias rutas y sendas. El camino, actualmente conocido como de la Culebra, antiguamente denominado como el término que estamos estudiando, lo rodea por la vertiente Sur, desde la desembocadura de los arroyos de la Culebra y Rubina hasta el cruce con un derrotero perpendicular que parte hacia la LR-401 siendo nombrado en el Iberpix como de Atamauri, internándose entre Rubina y la Culebra.
En este camino existen los restos, de los hablaremos más adelante, más importantes del lugar. Si seguimos por la ruta que parte hacia el Oeste, en el cruce antes descrito, es denominada como Camino del Ternero. Hacía el Sur parte otra senda, homónima al término, que se adentra en el Canal Viejo. Como curiosidad comentar que el plano del Iberpix que vemos en la foto de abajo, sitúa erróneamente la ermita de San Martín al final de la senda. Y por último comprobaremos la existencia una senda que une los caminos de San Pelayo y Atamauri, cruzando el arroyo de la Culebra por la parte central de Rubina y como el derrotero de San Pelayo finaliza en el de Atamauri, pero ya fuera de este término.
Históricamente el lugar sería habitado desde antiguo teniéndose constancia, por diversos estudios arqueológicos, que lo estuvo al menos desde época Eneolítica o Edad de Cobre. Pero será durante la Edad Media donde alcanzará su máximo esplendor durante el siglo XVII.
La primera mención que se hace de Atamauri sería realizada por el rey Sancho IV, el de Peñalén, al agregar la villa de “Saggazahar y Morico” (Sajazarra y un despoblado al norte de Oreca cercano al camino de Haro a Saja), al monasterio de San Millán. Al indicar los diferentes límites habla de Hatumanhuri, que se corresponde con nuestro Atamauri. La fecha es 07 de enero de 1075. La cita como tantas otras la encontramos en el Becerro Galicano de San Millán, siendo el documento 177.
En el mismo Becerro, unos setenta años después, vuelve a citarse a Atamauri. En este caso en un intercambio entre el abad Pedro y Lope Álvarez de Atauri; una de las propiedades que se incluye está en Hatumauri, donde parece ser que el noble poseía casa y terrenos junto a fuentes. Y esto es importante porque nos indica que el lugar ya presenta una población estable.
El resto de menciones escritas están relacionadas con el Monasterio de Santa María de Herrera, al quedar vinculado a esta institución, y siendo causa de múltiples pleitos con el Concejo de Haro. Los múltiples documentos consultados reflejan la venta de propiedades al monasterio por parte de diferentes personajes, citando tierras y molinos a la vez que se aplican diversas grafías al lugar, como Atumaury o Hatumaury. Término donde el monasterio tendría una granja donde controlaba sus propiedades y vivía un monje, administrando los trabajos de viticultura y molinares. De estos hechos parecen provenir los diferentes pleitos con el Concejo, que se iniciarían en el año 1176, debido a las granjas que el Monasterio poseía en la Serna, en Oreca y en Atamauri. Finalmente, a lo largo del siglo XIV, se lograrían diferentes concordias para establecer límites y permisos para los pastos y a partir de 1377 pagará por la granja, hasta el año 1766.
Por otro lado, la villa de Haro, compraría la población en 1326 a la vez que otras poblaciones como Cuzcurritilla o Briñas. Un año después el Obispo de Calahorra uniría las parroquias de Santa María de Atamauri y Santo Tomás, ya que los clérigos de Haro oficiaban los actos litúrgicos las fiestas de guardar en sus dos edificios religiosos, la parroquia de Santa María de Atamauri y la ermita de San Martín. Asimismo, como barrio de la Villa contaba con un representante de la autoridad hasta 1810, quedando despoblado para finales del siglo XIX, utilizándose los sillares y piedras labradas de sus inmuebles para la construcción de la Casa Cuna.
Realmente nunca estuvo muy poblado, teniendo, por ejemplo en 1571 entre 12 y 15 habitantes (3 habitantes, según las antiguas medidas castellanas) y en 1750 lo integraban siete casas, más la granja antes comentada.
De sus edificios religiosos en la actualidad podemos apreciar la planta cuadrada de la ermita, con los arranques de los muros que nos da una idea del tamaño y junto a la misma ermita se pueden contemplar los escasos restos de los corrales de la granja de Herrera, que no estaba en el poblado.
Los restos más espectaculares y relativamente bien conservados que podemos observar, son los dos calados o bodegas que existieron. Debemos recordar que en Atamauri se producía el vino blanco que se consumía en el monasterio de Herrera. Estos calados, provenientes de la Época Medieval son de estilo gótico.
Por datos recogidos en enero de 1689, conocemos el aforo de las bodegas para el monasterio y para los habitantes de Atamauri y Oreca. En estos pagos se producían de alrededor de 1.142 cantaras de vino para el monasterio, mientras que para las poblaciones únicamente restaban 195 cantaras. Además, había que sumar las 1.047 cantaras de la granja de la Serna, que también eran destinadas al monasterio. Para el acceso a una de estas bodegas era utilizada de una escalera de sillería, que conducía a un calado labrado en piedra de medidas espaciosas. La segunda tiene el acceso por medio de una rampa también labrada en piedra, presentando, bajo la entrada, una salita que servía de respiradero.
Ambas bodegas se orientan hacia el lado Norte, lo que ayuda a la respiración de los calados y son aledañas al camino que une la Carrera del Ternero con la LR-401, una en la cima de la cuesta y la otra en el descenso hacia la carretera.
Respecto a los restos del poblado, se han realizado varias catas o excavaciones, aparte de las que se realizaron para el proyecto Paisajes del Vino en las campañas en 10/1995 y 07/1996. En la primera se encontraron sillarejos de viviendas y bodegas, y en los estratos inferiores los restos Eneolíticos. En la segunda tras varias catas, en dos de ellas apareció una necrópolis con dos tumbas realizadas en piedra con lajas como lápidas, que se cree datan de finales de la Edad media. En otra cata se descubrieron los restos de una edificación de tamaño considerable, sin cimentación y techo de madera, de una planta, que parece ser fue destruida por un incendio.