Hoy es 8 de marzo, jornada de reivindicación y lucha. Tan justa como necesaria ya que el feminismo es consustancial para la democracia. Si queremos una sociedad digna y justa, sólo invirtiendo en igualdad, alcanzaremos tales conceptos. Porque somos el 52% de la sociedad que habita el mundo, la mitad en términos generales, y una sociedad no puede progresar sin la mitad de su población. Y tampoco lo puede ni lo debe de hacer, a costa de ellas.
El feminismo es una propuesta igualitaria y emancipadora que apela al conjunto de la sociedad. El progreso de las mujeres es un factor que beneficia a toda la sociedad. El impulso de avances en materia de igualdad de género, trabajados de manera trasversal, nos lleva a una sociedad más democrática.
Convertir reivindicaciones en realidades a través de la acción política y legislativa, es posible, por lo tanto, es necesario.
“Volver al pasado y revertir las conquistas hasta ahora conseguidas es un fantasma que se palpa entre nuestra sociedad más ancestral”
Volver al pasado y revertir las conquistas hasta ahora conseguidas es un fantasma que se palpa entre nuestra sociedad más ancestral. De la mano van la negación de la violencia machista, la violencia de género, la violencia que ejercen sobre nosotras por el mero hecho de ser mujer. Y alto y claro, digo, que quienes niegan este tipo de violencia, están negando la democracia.
Nos enfrentamos a un reto importante, el más importante diría yo en la democracia del siglo XXI, y es el de acabar con la desigualdad entre hombres y mujeres con su exponente más salvaje, la violencia machista. Es urgente y prioritario, por tanto, situar en la agenda de Estado acabar con todo tipo de estas violencias. Aunar esfuerzos y recursos para prevenir y atender a las supervivientes debe estar en el centro también.
La participación en la vida púbica, política y la independencia económica, son claves para la emancipación de las mujeres. Alcanzar la igualdad real y efectiva en materia de empleo y de cuidados van de la mano en esta lucha. La paridad en la toma de decisiones o acabar con la brecha salarial son otros de los muchos ejemplos que nos encontramos en el camino de la vida diaria con los que todavía tenemos que seguir combatiendo.
La modificación de los usos del tiempo cobra un especial sentido ya que la asimetría en los usos del mismo actúa en detrimento del desarrollo no solo profesional y formativo, sino también personal, de las mujeres. Es imprescindible desterrar la idea que tradicionalmente asocia a las mujeres con los cuidados.
Ayer, hoy, Día Internacional de la Mujer y también mañana, hacen falta políticas paritarias en las que la igualdad se trabaje de manera trasversal e impregne al conjunto de nuestras actuaciones.
