Gimileo, municipio de La Rioja Alta, se sitúa a la orilla derecha del río Ebro. Es colindante con las localidades de Haro, Briones y Ollauri. Al otro lado del río tiene por vecino a Labastida, municipio de Álava al pie de la ladera sur del monte Toloño. Abarca una superficie de cuatro kilómetros cuadrados por donde discurre el arroyo Zamaca, un pequeño cauce de agua que desemboca en el Ebro.
El origen de su nombre da pie a distintas especulaciones. Hay quien lo atribuye al asentamiento parcial de la legión romana ‘Gemina’, otras fuentes lo relacionan con la evolución de el termino árabe ‘Chamia Al Ayun’. Merino Urrutia lo sitúa proveniente de la palabra vasca ‘Semeglio’ (seme/hijo).
El origen de su nombre
Por su lado, Alarcos Llorach, dada la ubicación del lugar entre dos cerros similares, lo relaciona con el término ‘gemellus’, insistiendo en su origen romano. Esta idea se ve fortalecida por el descubrimiento arqueológico de restos romanos en el cercano cerro de San Pelayo
En cualquier caso, la primera cita escrita de su existencia llega del último cuarto del siglo XI. Perteneció como aldea al municipio de Briones del que se desligo bien entrado el siglo XVIII.
En la actualidad, con un solo centro urbano, cuenta con 116 habitantes, según censo del 2018. La carretera nacional que une Logroño con Vitoria circunvala su centro urbano y agiliza la comunicación con otras localidades.
Actividad agrícola y empresarial
Su economía depende fundamentalmente de la actividad agrícola. De manera especial de la vid, el cereal, la remolacha o alguna plantación de olivos en explotación intensiva. Por otro lado se encuentran las instalaciones de un almacén de materiales de construcción, la empresa de embalajes de madera Estuchería Vargas y el laboratorio Dolmar, especializado en análisis enológicos y otras variantes de la industria agroalimentaria. La actividad vitivinícola está representada por Bodegas Santalba.
La localidad ofrece una agradable visita. El recorrido por sus calles con típicas casas de los pueblos agrícolas de La Rioja, una visita a la iglesia de San Martín o un cómodo paseo entre sus viñedos, recortados por pistas agrícolas, pueden culminar en el mirador del Ebro, desde donde se contempla una excepcional panorámica de la Sierra del Toloño, también Sierra de Cantabria, y los pueblos nacidos en sus laderas.