El codirector del proyecto Atapuerca, Eudald Carbonell, ha visitado este viernes La Vieja Bodega en Casalarreina, con motivo de los preparativos de los actos del 30 aniversario del establecimiento hostelero que tendrán lugar en 2024.
Carbonell ha dedicado gran parte de su vida a las excavaciones en Atapuerca, pero ha llegado el momento de decir adiós. Ya jubilado, el investigador seguirá como vicepresidente vitalicio de la Fundación Atapuerca, pero a partir de ahora quiere dedicarse a otras cosas. Sus compañeros en la codirección también lo harán en breve. José María Bermúdez de Castro ya se ha jubilado y Juan Luis Arsuaga lo hará el año que viene. “El año que viene será la última rueda del triunvirato y no quiero saber nada más”, asegura Carbonell con una sonrisa.
Más de media vida dedicada a Atapuerca
Prehistoriador, arqueólogo, antropólogo, geólogo y paleontólogo, Carbonell (Ribas de Freser, Girona, 1953) ha entregado más de media vida al proyecto de Atapuerca. “Llegué cuando tenía 25 años, nacimos con la Constitución, aún no existía la Junta de Castilla y León y desde ese momento he pasado gran parte de mis veranos en la ciudad de Atapuerca”, recuerda el investigador, que hace “no sólo un balance humano-social sino también metabólico”, como él mismo dice. “He estado ligado, construyendo, estructurando, planificando, organizando lo equipos, las estructuras, el museo, las fundaciones, institutos… Ha sido una parte muy grande, el corte de queso probablemente más grande de mi vida y el que me ha permitido hacer y conocer muchísimas cosas sobre las que ahora puedo pensar”.

Y a eso precisamente es a lo que quiere dedicarse a partir de ahora. “Me dedicaré a pensar”. “Conozco La Rioja por descontado y también Haro y Logroño, como comentaba antes a Ángel (Pérez Aguilar). Nos ha tocado en nuestra vida conocer muchos sitios por los cursos. Ahora quiero profundizar, vamos a profundizar”, resalta Carbonell, que reconoce que llega a La Rioja de la mano de su amigo Manu Alber de la Rica, compañero y colega también de Pérez Aguilar. “Le conocí hace muchísimos años, siempre ha estado presente en los amigos de la fundación, trayendo visitas, viéndole allí. Se trata de una presencia continúa durante mucho tiempo y de alguna forma quería recompensar ese apoyo. Ahora venimos a visitar La Rioja, iremos a ver una bodega y disfrutaremos de la región y de la comarca entre amigos”.
El encuentro también servirá para sentar las bases del proyecto de actividades que Pérez Aguilar tiene pensado para celebrar el 30 cumpleaños de La Vieja Bodega, y Eudald Carbonell y su compañero José María Bermúdez de Castro formarán parte de él. “Queríamos hacer algo con personajes como Eudald, que nos hablen en profundidad de las cosas, porque ahora estamos en una época en la que sólo tocamos la superficie, en un momento de gran pobreza intelectual”, sugiere Pérez Aguilar, que confiesa que lo que más valora de su recorrido vital en La Vieja Bodega son los amigos que ha ido haciendo a través del tiempo. “Es la parte más bonita de mi vida. Igual no me acuerdo qué comieron o sí, pero hay gente que ha pasado por aquí que ahora son grandes amigos”, destaca Pérez Aguilar.

Y partiendo de comentarios como éste y de conversaciones con su amigo Alber de la Rica, Carbonell tiene una ligera idea de lo que va a querer hablar el año que viene en las charlas con motivo del aniversario del restaurante. “Yo siempre tengo una línea humanista, con ensayos que ligan el conocimiento, la ciencia y la filosofía para explicar y para intentar entendernos como humanos”, avanza Carbonell. “Estoy construyendo un marco teórico y práctico para explicar por qué nosotros hemos evolucionado, la teoría social de la evolución humana”. Pero para saber más tendremos que esperar a 2024 cuando La Vieja Bodega pondrá en marcha un ciclo de actividades para celebrar con amigos un cumpleaños más.