José Uríszar dobla la apuesta al llegar con sus pinturas del Camino de Santiago al terreno que mejor conoce porque siente suyo. Sobre el papel, la exposición promovida por el Instituto de Estudios Riojanos (IER) e incluida entre las actividades del programa Xacobeo 2022 constaba de 20 acuarelas que retratan, desde su personalísima forma de asomarse a los paisajes y a las calles de los municipios por donde discurre la Ruta del Interior, la que arranca en su Briñas natal y enlaza con la Francesa en Santo Domingo de la Calzada; y la del Ebro, que se proyecta desde Varea hacia la Rioja Baja.
Al final, el fondo de la muestra que cuelga ya de las paredes de la sala del Teatro Bretón de Haro se amplía con otros quince trabajos más, los que el artista plástico realizó sobre el camino tradicional, también en acuarela, después de haber pasado por salas de Nájera, Navarrete, Logroño y Santo Domingo de la Calzada.
Hasta el 15 de agosto en Haro
La capacidad del espacio expositivo permitía mostrarlas también ante el público que siente más cercano, ampliando el contenido que podrá ser visitado por el público hasta el próximo 15 del presente mes de agosto, de 19:00 a 21:00 horas por la tarde, y de 12:00 del mediodía a 14:00 horas de la tarde, por las mañanas.
Resulta novedoso para el resto de la Comunidad el retrato que hace ahora de los caminos del Ebro y del Interior, al que está especialmente apegada la ciudad jarrera.
Y es que obras más novedosas de esta nueva exposición son las que se encuentran en el perímetro de la sala, centradas en el Camino del Interior, que arranca en Briñas y atraviesa después Haro, Zarratón, Cidamón, Madrid de los Trillos, San Torcuato y Bañares; y el Camino del Ebro que va de Alfaro a Rincón de Soto, Calahorra, Arrúbal, Arrúbal, Alcanadre, Agoncillo y Varea. Ésas son las 20 inicialmente previstas. En los paneles del eje interior son del Camino Francés, iniciando el recorrido en Logroño para completarlo en Grañón. Aunque en este caso faltan algunas que ya han sido adquiridas.
El artista plástico que nació a orillas del Ebro, en la villa de Briñas, pero que siente Haro como suyo vuelve a demostrar un sorprendente manejo de la acuarela, una de las técnicas más complejas cuando se trata de reflejar contraluces y tonalidades fuertes, si se quiere evitar la presencia de ‘manchas’ tonales. Un primer vistazo a los trabajos que muestra ya al personal revela la solvencia con la que maneja el pincel y los diferentes planos de color, de menor a mayor intensidad.
Vuelve a manifestarse de nuevo a la acuarela, el formato con el que se maneja cuando mira al espacio abierto con su cámara.
Sí. La técnica es la acuarela, utilizando como soporte papel mache de 330 gramos, de grano fino, y como pintura acuarela de tubo, no de pastilla. Aunque se trata de una técnica rápida, no he podido realizar los trabajos sobre el terreno. Cada una de obras requiere de tres sesiones para conseguir unos resultados y unos efectos que me satisfagan. Para ello hago el camino, busco localizaciones y los mejores encuadres, realizo varias imágenes de cada sitio y genero el recorrido.
Pero ¿cuánto trabajo hay en cada una de sus obras?
Una vez que imaginada, dependiendo de su imaginada, alrededor de cuatro ahora espaciadas. Dos horas en una primera fase, otra después y la última al final, o una al afrontar el trabajo, dos después… Depende. La más complicada quizás fue la de Haro porque se trataba de un fuerte contraluz frente a toda la trama del arbolado, los efectos lumínicos y la sombras que se generan.
¿Y cuál ha sido la más personal, la que mejor le define?
Puede que la estampa de San Torcuato, porque tiene una composición diferente. Es una línea de horizonte en la que se recorte el pueblo, y debajo hay un prado con un verde muy jugoso, muy abstracto, muy de mancha. La de Alfaro también tenía su complejidad, al incluir su Colegiata con su colonia de cigüeñas y su construcción de ladrillo… Fue difícil poder recoger todas esas impresiones.