El ‘pasaje del terror’ de Haro se estrenó hace nueve años, con ausencia obligada en 2020, y ese tiempo ha dado mucho de sí. Muchas horas de trabajo, mucha originalidad y todo ha sido refrendado por el público a lo largo de todos estos años. Esta edición lo ha vuelto a conseguir y eso sirve de estímulo para el próximo curso.
Según revelaban los encargados de dar forma a la propuesta, se agotaron todas las entradas que se pusieron a la venta, confirmaba el responsable del Centro Juvenil Municipal, Enrique Martínez. Y eso suponía que por los pasillos de la plaza de Toros, reconvertidos este último sábado, domingo y lunes en el ‘Inframundo’ que se anunciaba en cartelera, habían pasado más de 2.000 personas, superando en consecuencia los números de la anterior convocatoria, ‘Pánico en el ruedo’, hasta ayer techo de esta propuesta teatral que pone broche a la festividad de Todos los Santos y a la programación de Halloween en Haro.
Cientos de personas en la jornada de puertas abiertas
Y con un detalle de enorme importancia, sin duda. Durante la jornada de ayer, que permite al público conocer la trastienda del montaje, sin presencia de actores ni sustos de por medio, por el recorrido lineal que conectaba las 13 escenas que se repartían a lo largo de unos 150 metros lineales de paseo, no siempre tranquilo, pasaron cientos de personas que no aparecerán en el cupo final al no haber entradas de por medio. No obstante, el exitazo de este montaje va más allá de lo estrictamente numérico.
La iniciativa que realiza el Centro Juvenil de la ciudad por estas fechas, con el respaldo del Consejo de la Juventud y el Instituto Riojano de la Juventud (IRJ), además del Cuadro Artístico Bilibium, no tuvo más remedio que salir de su sede, la planta que ocupa en la segunda planta del antiguo edificio del antiguo Banco de España, porque necesitaba espacio para garantizar mayor distancia a público y figurantes, después de reactivarse en 2021, tras el parón del Covid-19. Y se decantó por ocupar el anillo perimetral del coso taurino el año pasado. Todo un acierto, sin duda.
En 2021, la lluvia obligó a recortar el tramo previsto para poner fin a toda la historia en el callejón que recorren diestros y cuadrillas para hacer el paseíllo hacia el albero. En ésta ocasión, dejó hacer y el tendido de la historia se prolongó hasta el cajón de toriles donde había un minotauro como si se tratase del último corredor de un interminable y angustioso, aunque divertido y apasionante, al mismo tiempo, laberinto del terror.
Cuadraba, en fin, la última estampa de este paseo que desencajonaba a los visitantes por el mismo carril que encajona a los morlacos que se lidiaban hasta hace poco en este vetusto y centenario edificio que permite relanzar el proyecto que comenzó a rodar hace nueve años y ya ha cumplido ocho ediciones, esta última con arranque frente a la Boca de la Verdad (Bocca della Veritá) que se reproducía en la primera estancia y en la que se daba la bienvenida a los asistentes para explicar del tirón que asistirían a un amplio listado de formatos que generarían miedo y rogarles que no tocasen nada ni a nadie en su tránsito por el pasaje.
De allí al final, sensaciones para dar y tomar porque se sabe que en este mundo hay otros mundos y el que invitaba a visitar el Centro Juvenil, en concreto, se situaba en paralelo a todo lo que conocemos y vivimos, asistiendo a una muestra de estampas siniestras que se mueven entre la vida y la muerte, y siguen trayectorias paralelas en el ‘Inframundo’.
Hacía allí conducía el reto que proponían los chavales del colectivo municipal después de habernos trasladado a un sanatorio maldito, un convento de lo más inquietante, el último pasaje al que han seguido, sin embargo, muchos otros pasajes y hasta un coso, el jarrero, donde cundió el pánico el año pasado.
Para los más valientes, pequeños o mayores, un trazado lineal por el pasillo interior de la Plaza de Toros donde todo era posible y las sorpresas, espantosas y cruentas, saltaban cuando uno menos se lo esperaba porque, en cada una de las escenas imaginadas por los jóvenes de la ciudad lo más aterrador no era la escenografía, ni siquiera los efectos que daban soporte físico a las secuencias programadas.
En esos escenarios diseñados al dedillo había personajes que nunca se sabía bien por dónde iban a salir ni qué pretenderían. Para descifrar el enigma había que acercarse al coso jarrero con la garantía que esta historia tiene, por difícil que resulte de creer, un final feliz. El euro que se depositaba al acceder al pasaje como donativo llegará a la Fundación Josep Carreras, institución que lucha contra la leucemia.
También servirá para mejorar lo que ya resultó todo un exitazo, porque nunca hubo mejor puesta en escena, mejor escenografía, mejor maquillaje, mejores efectos lumínicos, mejor sonido y, por encima de todo, más ilusión entre quienes cerraron una edición redonda con el respaldo de gentes de fuera como Sergio Fernández (AFC), Eva Martínez y Ángel Ruiz de Cuadro, David López y todo el Cuadro Artístico Bilibium.
Las cifras de este año
En total, el pasaje del terror de este año, ‘Inframundo’, ha conseguido recaudar 2.488,08 euros para la Fundación Josep Carreras. Han sido en total 2.833 las personas que han disfrutado por Halloween de esta experiencia. Del importe total registrado, 2.383 provienen de la venta directa de entradas y 105,08 en concepto de donativos de los asistentes.
De manera directa o indirecta han tomado parte en el evento más de 2.383 personas entre el 30 y 31 de octubre, y otras 450 visitaron los escenarios del pasaje el 1 de noviembre, en la jornada de puertas abiertas.
