Estamos siendo testigos en estas últimas fechas de una campaña electoral que, en lugar de centrarse en los frutos o en las negativas consecuencias que de los resultados de las ya muy cercanas elecciones autonómicas y locales pudieran derivarse -en los contextos competenciales que a ambas conciernen-, se ha ‘nacionalizado’ de manera torticera por interesada, en base a una serie de argumentarios políticos totalmente ajenos al ámbito territorial al que tanto comunidades autónomas como entidades locales abarcan.
Resulta evidente cómo, en una campaña en la que deberían ser meros teloneros, tanto los dirigentes de nuestro gobierno central como sus opositores de igual escalón político, ponen su mayor empeño en destacar los logros -los unos-, y los fracasos -los otros- que a nivel nacional o internacional han sido resultado de su proverbial gestión. Y lo que resulta más triste es observar cómo los candidatos autonómicos y locales les barren el agua.
Nacionalización ‘desnaturalizadora’
En la campaña electoral en la que nos encontramos inmersos salta a la vista que nuestros políticos nacionales, con mensajes y eslóganes inclusivos destinados a sus afines, han relegado a un segundo plano a los candidatos territoriales y locales de su mismo partido o coalición, posponiéndoles a un secundario plano de teloneros en sus intervenciones públicas.
Vemos cómo, hallándonos ante unas elecciones autonómicas y locales, los temas clave parecen serlo ya no el transporte urbano e interurbano, las redes de distribución y saneamiento, el alumbrado, la limpieza, el desarrollo urbanístico, los servicios sanitarios, el despoblamiento del mundo rural, etcétera sino la inflación, el PIB, el endeudamiento público, la crisis energética, la Ley de Memoria Democrática e incluso ETA, ¡¡¡sí, ETA!!!; ésta sí que es nueva…
“Debe primar lo inmediato, lo cercano y no otra cosa”
No merecería ningún comentario este último tema, pero no me puedo resistir: Me resulta del todo vomitivo leer y escuchar a una presidenta autonómica afirmar que “ETA está viva, está en el poder…” ¿A qué demonios juega banalizando de semejante modo algo tan global y genérico -a la par que íntimo- como resulta serlo el dolor de las víctimas del terrorismo, a cambio de un puñado de votos procedente de mentes erráticas tratando de asegurarse así, de manera más que equivocada, su trono territorial?.
A lo que iba. En las elecciones autonómicas y locales deben saltar a la palestra los temas que les son propios, programas y personas. Programas que pongan de manifiesto las realidades territoriales y locales, sus problemas y las propuestas para resolverlos. Personas que otorguen al ciudadano y al vecino la confianza necesaria para depositar en ellos su voto. Lo inmediato, lo cercano y no otra cosa. Eso sí, todo ello en función de unos criterios que -afortunadamente- no resultando para todos idénticos, deben tener perfecto encaje en un sistema democrático como, sin duda, es el que hemos querido y nos hemos otorgado.