A día de hoy, una semana después de los terribles sucesos provocados por la DANA en Valencia, he escuchado de todo. He oído inculpar a unos y a otros, he visto como golpeaban a un Presidente del Gobierno y como tiraban bolas de barro a los reyes de un país monárquico. Pero si de algo tengo seguridad, es que la mayoría estamos de acuerdo en que España es un gran país y una de las cosas que le hacen grande, es su gente.
Estoy siendo testigo de una ola de solidaridad sin precedentes desde todos los puntos del país. Como trabajadora sanitaria pública, me he planteado en varias ocasiones estos días atrás movilizarme a las zonas afectadas, ya que, estaremos todos de acuerdo en que toda ayuda en poca, pero siempre acabo en la misma pregunta: ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Con quién?
El 28 de marzo de 2023, el Partido Popular encabezado por Carlos Mazón comenzó a gobernar la Comunidad Valenciana. Apenas cuatro meses después, decidió disolver la Unidad Valenciana de Emergencias (UVE), organismo heredado de la gestión anterior creado con el objetivo de mejorar la coordinación autonómica en la respuesta de catástrofes naturales como incendios forestales o inundaciones, y que dependía organizativamente de la Agencia Valenciana de Seguridad y Respuestas a las Emergencias (AVSRE), un organismo integrado en el organigrama de la Conselleria de Justicia e Interior de la comunidad, junto al resto de cuerpos de emergencias. El equipo de Mazón consideró este organismo una “ocurrencia” del gobierno anterior. El objetivo de su eliminación habría sido “optimizar todos los organismos y entes del sector púbico para que la gestión sea eficiente”.
Volviendo a la incesante ola de solidaridad y las ganas de miles de españoles de querer ayudar, yo me pregunto cuánto más podríamos haber conseguido si mínimamente los equipos de emergencia estuvieran coordinados unos con otros, o si a día de hoy supiéramos donde centrar nuestras fuerzas y no se estuviera viviendo tanta desorganización y tanto caos.
¿Tienen que ocurrir desgracias como esta para darnos cuenta de que la solución no pasa por recortar servicios públicos? ¿O ya se nos han olvidado los aplausos que dábamos a las ocho de a tarde a esos mismos servicios públicos, cuando el miedo se coló por nuestras ventanas en forma de virus?