Día 1 de febrero de 2025. Lo confieso, estoy asustada y también desconcertada. Es por eso de la celebración de la muerte de Franco; y por las discusiones que está generando entre los que opinan que no hay que celebrar la muerte de nadie y los que opinamos que no hay que esperar cincuenta años para regocijarnos, día a adía, por haber salido de los tiempos oscuros que lideró Francisco Franco Bahamonde.
Tengo setenta y cuatro años y viví los tiempos del dictador, nadie tiene que contarme lo que fue aquello, por mucho que yo lo viviera en una situación privilegiada, asociada a la época dorada de una juventud que tapaba muchas cosas. Poco a poco, empecé a ver lo terriblemente injusto que era El Régimen con las mujeres. Por eso me deja atónita que haya entre nosotras nostálgicas de aquella siniestra época.
Tengo dos nietas, y me estremezco al pensar que ellas puedan vivir el progreso y el éxito del neo-nacismo. Acojonadita estoy, lo juro, y no entiendo que nadie levante el brazo, bueno sí, me horroriza, pero llego a comprender que algunos hombres deseen volver a los tiempos en que ser macho era genial y que les guste tener esclavas, como a los señores feudales siervos de la gleba, pero me deja con el paso cambiado cuando veo que hay mujeres que quieren volver a un estado entre la esclavitud y la servidumbre voluntariamente.
Franco se cargó, de un plumazo, las conquistas conseguidas por el feminismo en el primer tercio del siglo XX. La Ley de 12 de marzo de 1938 derogó la Ley del 28 de junio de 1932, lo que supuso la abolición del matrimonio civil, así como todas las inscripciones hechas en el Registro Civil, con efectos retroactivos. Por su parte, la Ley de 23 de septiembre de 1939 derogó la ley de divorcio de 1932, y con ello los logros que a través de dicha norma se habían alcanzado.
Una total sumisión al padre y al marido
Por su parte, La Falange diseñó para nosotras un sistema de vida y una educación que nos abocaba a una total sumisión al padre y al marido. Ni siquiera teníamos derecho a la patria de potestad de nuestros hijos, no podíamos adoptar, pero, el padre podía dar en adopción a nuestros hijos sin nuestro consentimiento. Todo muy bonito, pero Pilar Primo de Rivera nos educaba para coser, guisar y limpiar con una sonrisa para nuestros explotadores. Aún tengo en mi memoria el Servicio Social que sacaba esplendor a las pocas neuronas que te quedaban en activo y libertad.
Y ahora, redoble de tambor para la promulgación del Código Peal de 1944 que supuso, en relación con la normativa anterior, un claro y duro empoderamiento de la situación jurídica de la mujer. En dicho Código Penal se incluyó entre los tipos penales, el llamado “uxoricidio por causa de honor”, que había suprimido el Código Republicano. En virtud del cual se podía matar o lesionar a la esposa sorprendida en flagrante adulterio o a la hija menor de veintitrés años, mientras viviere en la casa paterna, cuando fuere sorprendida en análogas circunstancias. Ya veis, todo muy bonito, porque e delito de adulterio sólo lo cometía la mujer, el hombre estaba exento.
Pues ya veis, defensoras de la ultraderecha, empezad a preparar el ajuar, las riquísimas magdalenas y airear los colchones como si no hubiera un mañana. No podréis abrir una cuenta bancaria ni disponer de vuestra herencia y vuestro dinero, y, sobre todo, cerrad las piernas porque para estos nostálgicos del Franquismo, el honor está entre ellas. Supongo que os encanta la perspectiva. Pero, al menos, a las que nos hemos alegrado de conseguir las libertades para nosotras, nuestras hijas y nuestras nietas, dejadnos que estemos contentas con llevar cincuenta años sin la voz de pito dirigiendo nuestra vida. No olvidéis que se fue al otro barrio dejándonos en guerra con Marruecos. Era un encanto el abuelete.
