Comenzaba ayer el último acto de esta edición del Garnacha donde las obras a concurso hablan a su sociedad, la que compra las entradas para las respectivas funciones. Uno puede ser contemporáneo por los temas que elige o por el punto de vista que decide adoptar para contar un tema. ‘Señora Einstein’ pertenece al segundo grupo. Contar la historia de la primera esposa de Albert Einstein para sacarla del olvido titulándola precisamente así, ‘Señora Einstein’ es una declaración de intenciones. Una posición que la compañía Teatro Defondo toma con valentía.
Una posición bifurcada, casi contrapuesta, donde se reivindica su voz propia como Mileva Maric reivindicando, precisamente, que ella fue Einstein, que ella fue uno de los fundamentos generadores de la Teoría de la Relatividad, el cuerpo teóríco del que se compone el prestigio del Premio Nobel de Fisica de 1921.
Alambres de tiza
Una vez tomada esa decisión, la siguiente pregunta es cómo el teatro puede ayudar a desarrollar ese punto de vista. Defondo utiliza todo el aparato escénico y dramático al servicio de Milena Maric con un resultado brillante y efectivo. Los hilos epistolares de los que se va tirando de la madeja dirigidos a la primera hija de los Einstein, dada en adopción, son la verdadera fibra emocional que sacude toda la obra, aporta densidad y fluidez, aunque parezca paradójico.
El escenario se llena de datos y personajes, fechas y lugares que, si al principio aturden, con el desarrollo de la obra aportan sentido y facilita que fluya la emoción por encima de los datos, como suele pasar con las ecuaciones matemáticas.
Einstein, agujero negro
Un equilibrio que también buscan, y creo que consiguen, entre los dos principales personajes. No se trata de ensalzar una figura denostando a la otra. En un momento de la función se menciona a Albert Einstein como un agujero negro que absorbe toda la energía a su alrededor. Se muestra esa capacidad, pero en esa corriente, Maric emerge como una figura sólida en sus fragilidades.
Esa decisión enriquece y da matices a un texto que es soportado con solvencia por un elenco igualmente fluido entre sí, donde todos tienen oportunidad de brillar y aportar luz en cada uno de los hilos desenredados. Con ese equipo destaca la actuación, presente sobre las tablas en casi toda la función, de Esperanza García-Maroto. Acompaña a Maric sin estridencias pero con una emoción desbordada al final.
Desafío a la gravedad
El artefacto de Teatro Defondo no se entiende sin esa dramaturgia compuesta por una coreografía de muebles y personajes. Un ballet ágil, a veces mareante, pero efectivo que combina con escenas encadenadas en el mismo escenario para no pensar que estás leyendo un libro sino viendo una obra de teatro.
Y todo ese movimiento se realiza ante la presencia imponente de una pizarra enorme. Esa pizarra que conecta fórmulas y números pero que también separa y genera ecos de gritos, que oculta violencia. Que es pared que sostiene sillas y maletas como elementos desafiantes de la gravedad. Casi un tótem apabullante, un elemento escénico potente que, diría, se convierte en un personaje más.
Toda esa compleja ecuación desarrolla una tensión narrativa entre las dos protagonistas Maric/Señora Einstein que nos brinda una obra comprometida, emocionante y contemporánea, muy contemporánea.
Vaivén, a escena
Vaivén Producciones se presenta esta tarde a las 20:30 horas, con ‘Redada familiar’. Un montaje escrito por Antonio Muñoz de Mesa, cara televisiva de principios del siglo XXI y dirigido por Olga Margallo, hija de los actores Juan Margallo y Petra Martínez.
Este combo creativo llega de la mano de Vaivén para contar cómo una redada de un cuerpo policial de delitos informáticos entra en la casa de una familia en plena cena. Un escenario que sirve para trasladar al público preguntas, en clave de comedia aguda, sobre las cosas que uno tendría que ocultar a su propia familia y si realmente estamos seguros en este nuevo entorno de relación social digital.
