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La Huerta de Pío

Su historia hunde sus raíces en el comienzo del Haro comercial y vitivinícola de finales del siglo XIX

David San Román Fresnedo y Fernando de la Fuente Rosales. De entre las calles más emblemáticas de Haro, la de La Ventilla quizá sea una de las más conocidas, siendo uno de los ejes vertebradores de nuestra querida ciudad. Probablemente, hoy en día, también sea la más transitada tanto peatonal como por tráfico rodado y aunque ha sufrido varias transformaciones y lavados de cara, sigue rezumando mucha historia.

Uno de sus rincones más emblemáticos, es una humilde esquina en la que se ubica una pequeña casa de arquitectura tradicional de piedra arenisca con techado de teja. Me refiero al lugar en el que hoy en día se sitúan tres negocios de hostelería y uno de fotografía, y que no hace muchos años sería el enclave del famoso bar ‘La Pista’.

Su historia hunde sus raíces en el comienzo del Haro comercial y vitivinícola de finales del siglo XIX. Situándose en un cruce de caminos cuya entrada principal a la villa se hacía justo por este lugar, en el número 89 de la actual calle, donde Pío Sáez y su mujer Antonina Castrillo abrieron, en 1887, un establecimiento hostelero que denominaron ‘Bodeguilla Pío’, en la que se servían los vinillos de entonces, algo de comer y también se atendía a las caballerías que llegaban exhaustas de diversos lugares de la provincia.

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Vinillos de entonces y algo de comer

En 1938, el negocio sería traspasado a Enrique Arro y su esposa Juanita Busto, que mantendrían durante un tiempo el nombre del negocio. Pero Enrique, cansado de que la gente de la ahora ciudad le llamara ‘Pío’ confundiéndolo con el anterior propietario, en 1943, decidió cambiar el nombre por el de ‘Merendero Arro’, aunque los jarreros continuaron denominando el establecimiento como la ‘Huerta de Pío’. Almunia que contaba con árboles frutales y dos grandes higueras que Enrique decidió aprovechar poniendo unas mesas, donde la gente podía ir a merendar con sus cazuelitas y bocadillos logrando una gran aceptación.

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Enrique Arro y Juanita Bustos en la antigua barra del bar | Foto cedida por Félix Castrillo.

Sin embargo, en 1950, Enrique optaría por quitar la huerta, cubriéndola con una capa de cemento que daría lugar a una pista bastante grande, unos 300 metros cuadrados, con mesas y sillas a su alrededor y comenzó a ofrecer bailes. En ese momento, el bar tomaría el nombre de ‘La Pista’.

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El testigo de lo que acabamos de escribir, y la razón de este reportaje, es el nieto de Pío y Antonina, y sobrino de Enrique y Juanita, el jarrero Félix Castrillo. Él, junto a su mujer Felisa Moreno, regentarían el bar ‘La Pista’ desde el año 1969 hasta el 2006, periodo en el que se produjeron cambios significativos en el establecimiento.

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“La Pista”, ya hace años clausurada, donde hoy en día se ubican el “Bar-Café Haro” y la “Taberna Urdai”. Arriba, a la derecha, se aprecia el tejado del “Café-Bar La Pista 2.0” | Foto Fernando de la Fuente

Años dorados de ‘La Pista’

Félix perdería a su madre en el año 1944, siendo acogido por sus tíos Enrique y Juanita como un hijo más. En sus recuerdos está que en el año 1952, el chiquito de vino costaba 20 céntimos, mientras que la copa de orujo o de moscatel 25. Sin embargo, las consumiciones de campanillas como coñac o anís de marca ya subían hasta los 40 céntimos. Cuenta que su tío Enrique era el que compraba el vino por barricas en Briones o Gimileo. En cada viaje que realizaba, unos tres al año, compraba unas 125 cántaras que le costaban alrededor de 6.500 o 7.000 pesetas de la época. Lo cual significaba un monto muy importante.

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Boda servida por el bar “La Pista” en el frontón Carrasco | Foto tomada de Temas Jarreros III

Estos fueron los años dorados del bar ‘La Pista’, en el que se celebraron cientos de bodas. Recordado especialmente es el banquete nupcial que ofreció en el antiguo frontón Carrasco para celebrar los enlaces matrimoniales de Abilio Cuesta con Charo Marroquín y de su amigo Martín Penches con Amparo Escudero, reuniendo a 306 invitados. Sin duda es una ocasión que muchos veteranos jarreros recordarán por la repercusión que tuvo.

En esos años el cubierto más popular era el que incluía unos entremeses a base de champiñones, gambas, fritos… y de segundo plato merluza rebozada o al horno y medio pollo asado. De postre tarta y un helado, éste de la heladería de Constantino Rinaldi, la de siempre, la que se ubicaba en la calle de la Vega frente al hoy hotel Arrope. Si el cubierto en vez de pollo llevaba ternera o cordero, el menú alcanzaba las 130 pesetas. De beber vino tinto, por supuesto, aunque también blanco, champán y de remate café, copa y puro.

Para completar la celebración, no podía faltar un buen baile. Éste se acompañaba de orquesta, si lo pagaban los novios, y si no, un tocadiscos hacía las mismas funciones.

Los bailes en el bar ‘La Pista’ no se ceñían a ocasiones o celebraciones especiales. Allí hubo baile todos los veranos con tocadiscos, aunque hubo un tiempo en el que los domingos y festivos se daban bailes con conjuntos musicales, Los Pumas, Los Ángeles del Infierno, Lost River Boys con su cantante Sussman… son un ejemplo de ellos. Para el baile se pagaba una entrada que costaba 30 pesetas para las señoritas y 40 pesetas para los caballeros, con derecho a consumición, aunque algún año fue necesario subir el precio debido a la demanda.

De Enrique y Juanita a Félix y Felisa

Todo esto finalizaría llegado el año 1974, cuando se promulgó una ley que obligaba a los conjuntos o grupos musicales declararse como actividad profesional que motivaría el incremento de los precios, desaparecieron muchos grupos y finalmente se decidió cesar los bailes en ‘La Pista’.

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Félix Castrillo y Felisa Moreno.

Hay que añadir que cuando Enrique y Juanita se jubilaron, Félix y Felisa se harían con el gobierno del bar sintiéndose más liberados para introducir nuevas ofertas de ocio. Por lo que viendo que los inviernos eran muy largos, duros y fríos y para motivar que la gente se animara a salir más de sus casas, organizarían un campeonato de mus que se hizo muy famoso en toda la comarca celebrándose durante la friolera de 30 años, de 1974 hasta 2004. Al primer torneo se inscribirían 12 parejas pero, a los pocos años ya serían 26 las que jugarían sus opciones diariamente, desde el 8 de enero al 30 de marzo. Cuando la competición llegaba a su fin y para celebrar el evento, se organizaba un almuerzo donde se invitaba a todos los participantes y a todos los clientes del bar.

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Entrega de premios finalizado uno de los campeonatos de mus organizado por el Bar ‘La Pista’ | Foto cedida por Félix Castrillo

La entrega de premios se realizaba al día siguiente otorgándose a los campeones con sendas boinas bordadas aludiendo el evento celebrado, además de dos bonitos trofeos y dos estuches de vino. Al resto de parejas también se les obsequiaba con trofeos además de estuches de vino o de Coca-Cola o cerveza… Posiblemente fue el acontecimiento más conocido y representativo del bar ‘La Pista’.

Finalmente, la historia de este legendario rincón de Haro concluiría con la jubilación de Félix y Felisa, en 2006. En la actualidad uno de los establecimientos hosteleros, el que ocupa la parte trasera del primitivo bar que hacía las veces de almacén, aún conserva un viejo letrero que dice ‘Merendero La Pista Arro’ en recuerdo de aquel lugar donde los jarreros pasamos tan agradables y entrañables momentos.

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Foto colección Fernando de la Fuente.
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