Mucho ha cambiado la percepción y contextualización del placer sexual durante las últimas ocho décadas. De los primeros pasos hacia la apertura a mitad del Siglo XX hasta las máquinas sexuales del 2024. Más de setenta años de continua apertura en muchos sentidos, tanto a nivel mental, social como legislativo; que iniciaron su proceso en la década de los cincuenta. Si bien España todavía estaba anclada en oscurantismo respecto a este asunto, Europa y Estados Unidos empezaban a dar sus primeros pasos hacia un cambio de concepto que ha necesitado mucho tiempo para llegar a todos los estratos sociales y conseguir así una aceptación generalizada.
La revolución sexual se consolidó en los sesenta, si bien en la generación posterior se pusieron en marcha algunas transformaciones sociales y determinadas acciones en las prácticas individuales y de las parejas. Los 50 fueron una época de cambios y experimentaciones. De hecho, los datos del momento indican que a mediados de la década se produjo un importante incremento de los partos de mujeres solteras en Estados Unidos. El amor libre que promulgaba la comunidad hippie empezaba a dar sus frutos en modo de nacimientos fuera del matrimonio.
Era una época de experimentar desde la perspectiva sexual. La ausencia de compromiso, que en muchas parejas había llevado al sometimiento de la mujer hacia el hombre, era clave en la nueva mentalidad. Tanto grupos femeninos como masculinos asumieron esta nueva idea y la llevaron a cabo por medio de movimientos sexuales muy transformadores para la época. Llegaban las relaciones entre tres personas y la homosexualidad empezaba a salir del armario, aunque el paso definitivo en ese sentido no se ha producido hasta hace bien poco.
Ámsterdam, referencia del cambio
Los primeros juguetes sexuales de uso generalizado llegaron, precisamente, durante la etapa de 1950. Estados Unidos, Centro y Norte Europa protagonizaron este cambio, fruto de sistemas democráticos asentados que habían construido una sociedad abierta y respetuosa. Holanda, ahora conocido como Países Bajos, lideró este movimiento por medio de la regulación de la prostitución. Cualquiera que recorriera el centro de Ámsterdam se daba cuenta de qué algo aquí era muy diferente a la del resto de países.
El Barrio Rojo no solo era una exhibición de prostitutas, también suponía una puerta enorme a la revolución sexual. Las tiendas mostraban productos especializados para mejorar las relaciones sexuales entre las personas, como consoladores de hombres y mujeres. Este concepto se expandió hacia Francia o Suecia, y también cruzó el charco hacia Estados Unidos, especialmente en aquellos Estados más aperturistas como California o Nueva York. Hoy en día estos conceptos han evolucionado hacia muñecas sexuales realistas que pueden satisfacer las necesidades más íntimas.
El cambio de mentalidad también se apreció en la idea de poner obstáculos a los embarazos. Si bien los métodos anticonceptivos no se extendieron hasta los 60, unos años antes las parejas ya empezaban a tomar conciencia en este ámbito. Era posible tener sexo sin asumir riesgos de tener otro hijo en casa, una idea que supuso un cambio de mentalidad de muchas personas. Conceptos conservadores que empezaban a tumbarse y que abrían nuevas puertas a un sexo más abierto y libre.