Como comentábamos en el artículo sobre la Boca del Ebro, podemos asegurar fue uno de los lugares de relajo preferido por los jarreros en los calurosos días del estío. También señalábamos lo peligroso que era bañarse, ya que su fuerte corriente y la presencia de remolinos siempre se cobraba alguna víctima.
Asimismo, era una de las zonas de pesca de la ciudad, recuerdo a la familia Gamarra que tras su trabajo colocaba sus barcas, apoyadas verticalmente, en los edificios que daban al sol arriba en el Pardo y que, como otras, vendía sus productos en los portales y en la plaza de Abastos.
Términos y catastros que hoy pertenecen al núcleo urbano
A día de hoy podemos realizar un agradable paseo por la margen que da a nuestra ciudad, pese a la gran cantidad de basura y ramaje depositados por las riadas. Sería conveniente que las autoridades pertinentes se preocuparan, aunque posiblemente digan que no es de su competencia, que tan bonito paraje pudiera ser disfrutado limpio de las inmundicias descritas.
Asimismo, señalábamos en el artículo anteriormente mencionado, que existían términos en los planos y catastros que hoy en día pertenecen al núcleo urbano. Uno es el conocido como el Castillo, que abarca el campo de fútbol del Ferial y sus aparcamientos y está a los pies del cerro de la Mota, recibiendo el nombre del antiguo castillo de la Villa que se asentaba en dicha altura.
Esta fortaleza de la cual quedan unos lienzos que conformaban el mirador de la Atalaya, fue un importante baluarte que estaba a cargo de los judíos de la población, muchos venidos de Tondón y Dondón. Comunidad que se asentaría a los pies del castillo, en el barrio de la Mota, disfrutando de un Fuero que le concedía importantes privilegios, pero que les imponía la obligación del mantenimiento de la fortificación. Debo comentar, como colofón, que este cerro ha estado ocupado desde la antigüedad presentando restos arqueológicos de la edad de hierro y época romana.
Otro término que se recoge como rústico en los “catastrones” es el de Santa Lucía. Cerro también poblado desde antiguo proponiendo Hergueta la presencia de un vico romano. Igualmente debió existir un cementerio para los moros y mudéjares que habitaron en Haro durante la Edad Media y probablemente la existencia de una segunda fortaleza que se correspondería con las edificaciones que realizó Alfonso I “el Batallador” para reforzar los dos sitios que realizó a la Villa durante su confrontación con Diego López de Haro. También sabemos que los franceses tuvieron un acuartelamiento que fue usado hasta las guerras Carlistas, desmantelándose entre 1842 y 1843.
Ermita dedicada a Santa Lucía
Asimismo, documentación recopilada de los siglos XVII y XVIII nos dice que existió una ermita con la advocación a Santa Lucía denominada asimismo de la Altura, que desaparecería, como otras edificaciones, al finalizar la guerra de la Independencia. Además podemos constatar la existencia de una cofradía dedicada a esta Santa y una fiesta popular que siempre tuvo un gran arraigo en la Ciudad, celebrándose hasta fechas recientes por parte de las modistillas y los habitantes del barrio, con procesiones incluidas.
En el cerro además existieron eras para trillar, quedando el nombre para sus estribaciones norteñas, y a sus pies se ubicaría el antiguo Cementerio de la Magdalena, todavía perduran sus muros, hasta que se trasladó a su actual ubicación en el término de los Lirios.