En estos últimos capítulos que dedicamos a los Riscos trataremos acerca de la legendaria fortificación, la población de Bilibio, las ermitas y otros restos arqueológicos importantes. Asimismo daremos unas pinceladas antropológicas, hablando sobre San Felices oriundo de esta zona.
Tradicionalmente se ha otorgado un origen prerromano a la fortaleza, siendo considerada en diversas fuentes como una fortificación Berona en territorio Autrigón. Afirmación que no nos debe extrañar teniendo en cuenta los lazos de amistad entre ambos pueblos. Asimismo, estas fuentes darían una continuidad histórica que enlazaría la existencia de este recinto fortificado desde la Edad Antigua hasta la Edad Moderna, con diversos periodos durante los que quedaría desocupada por diferentes circunstancias.
Orígenes, funciones y cronología
Ocuparía este recinto la totalidad de los diversos espacios de los Riscos en sus tres principales peñas, siendo la central la que tendría el número más considerable de dependencias. Las primeras reseñas escritas las encontramos en los textos de San Braulio refiriéndose al viaje de Millán al “castellum Bilibium”, en el siglo V, para recibir las enseñanzas del anacoreta Felices, maestro famoso por su santidad y que según aseguraba la opinión popular vivía en dicha fortaleza abandonada en esa época.


Así lo consigna el obispo zaragozano conjeturando, por tanto, la existencia de este castro desde muy antiguo. Otras hipótesis abundan en su antigüedad ‘tardorromana’ debido a su estratégica posición junto a un ramal de una vía romana y ser el paso más seguro desde las provincias cantábricas orientales a, lo que en épocas posteriores se conocería como, Castilla por los Obarenes.
Lo cierto es que será a partir de los primeros movimientos de la reconquista cuando el recinto fortificado cobra importancia, junto a los pasos de Pancorbo y Cellorigo. Serán los condes de Álava, magnates del reino de Pamplona, los primeros en explotar las especiales características de este emplazamiento, siendo, más que posiblemente, rehabilitado o reacondicionado por orden de Íñigo Arista de Pamplona, dejando esta responsabilidad a la familia de los Vela, condes de Álava.
Tal como ha podido demostrar el doctor en arqueología José María Tejado Sebastián a través de prospecciones o catas y estudios geométricos realizados durante los años 2014, 2015 y 2016, sus hallazgos confirman una doble ocupación desde finales del siglo X y XI, y otra posterior en el siglo XIII. Incluso conocemos los nombres de los “tenentes”, esto es, los encargados de dirigir la tenencia de Bilibio designados por la corte pamplonesa (Aznar Fortuiones, Lope Fortuniones, Galindo Lopiz, Lope Enecones), durante el final del siglo X.
Recinto fortificado y de vigilancia
Es muy importante el trabajo del doctor Tejado Sebastián y su equipo, ya que han arrojado una nueva luz sobre la importancia de Bilibio como un importante recinto fortificado y de vigilancia. A través de la primera campaña, pudieron investigar varios depósitos, donde aparecieron restos muy interesantes que ampliaron nuestra perspectiva de la funcionalidad de la fortaleza, que en la simulación de la reconstrucción incluiría 4 torres de madera, más una hipotética quinta.
Estas torres representarían, como ha expresado el investigador recientemente: “La Internet 0.0”, referido a las fortalezas coetáneas y con la misma funcionalidad. Esto es debido a que desde estos puestos de vigilancia se podían hacer señales de advertencia en tres sistemas diferentes: Humo en las horas diurnas con visibilidad, fuego en las horas nocturnas y sonido en los momentos de poca visibilidad debido a las condiciones climáticas.

Lo más fascinante es que podemos saber la transmisión por sonido, ya que encontró los restos de una trompa cerámica que servía para realizar dichas señales acústicas, siendo una herramienta bastante común en este tipo de fortalezas. Dichas señales alertarían al resto de la soldadesca, así como a las poblaciones y fortalezas cercanas, como Bilibio y Buradón, y al castillo ubicado al otro lado de las Conchas.
Señales de humo y luminosas
Las señales de humo y luminosas, nos llevan a una conclusión bastante trascendental que bien puede cambiar nuestra concepción acerca de la relación de Bilibio y Haro, así como la primera mención escrita de nuestra ciudad.
Por diversos restos y apreciaciones, el faro de señales se encontraría en la posición donde en la actualidad se erige la colosal estatua de San Felices, siendo una almenara bastante simple y funcional. El profesor Tejado recoge unas medidas de 1,2 m. de ancho, 2 m. de largo y 70 cm. de alto. Estas proporciones estarían probablemente muy modificadas debido a las múltiples actuaciones que se han llevado a cabo.
Las referencias que nos llevan a pensar en un faro en el Castro, diferenciado de la villa de Haro, son las siguientes. La primera es la conocida carta de donación entre Don García de Nájera y su esposa Estefanía. La frase textual es en latín: “Bilibium cum faro et cum sua pertenetiam”. A la luz de los hallazgos se puede traducir Bilibio con faro, esto es su torre de señales, dentro del recinto fortificado. Será Govantes, en 1846, quien relacione inexactamente el faro con la ciudad de Haro para intentar ubicar su antigüedad, siendo seguida la hipótesis por diversos estudios posteriores. La segunda referencia que nos presenta el doctor José María Tejado, se refiere a una donación de Sancho IV a la villa de Haro de los terrenos de la jurisdicción del Faro de Bilibio, diferenciado entre ambos lugares, Haro y (el) Faro. También nos resalta la importancia del faro, ya que la fortificación se conoce gracias a dicha torre de señales. Por último, mencionar un documento signado por el notario Nicolás Urquiola, donde se describen el privilegio de fundación de Haro mencionándose el faro de Bilibio, volviendo a diferenciarlos como dos ámbitos diferentes.

En el estudio de 2015 se analizaron los restos de la muralla. Se pudo reconocer unos añadidos de la tercera guerra Carlista (los Riscos estuvieron ocupados entre 1873 a 1876, años en los que la Romería del día de San Pedro hubo de celebrase en Fuente del Moro. Como curiosidad las únicas veces que no se ha podido realizar la Romería en los Riscos, ha sido durante este periodo y durante la reciente pandemia de COVID), quedando por debajo de estos la muralla altomedieval, siendo la calidad de este lienzo es bastante alta. Asimismo, se pudieron apreciar diversas labores de desbroce y mejora de los accesos del camino. Trabajos que se habían observado en las diferentes dependencias de la fortaleza como enclavamientos, pasos, creación de asideros, salas de espera, hogares…
Además, se pudo estudiar los restos donde se asentaba una dependencia que haría las veces de almacén-despensa, en su planta baja, y una planta superior que podría ser otro almacén, e incluso una habitación. La estructura era de madera y todavía pueden observarse las señales de los trabajos que se hicieron en las rocas para encajar y afianzar la estructura.
En el siguiente capítulo trataremos los años finales de declive de la fortaleza, el poblado de Bilibio y a su ilustre ciudadano más famoso, Felices de Bilibio.
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