En una inusual fusión gastronómica que prometía llevar a los comensales a un viaje culinario a través de Argentina, dos renombrados restaurantes se unieron en una experiencia única, compartiendo parrillas y fuegos. Por un lado, el famoso Restaurante Piantao de Madrid, bajo la dirección de su apasionado propietario Javier Brichetto, y por el otro, el Restaurante La Vieja Bodega de Casalarreina, con su antiguo y experimentado parrillero Domiciano Arias a la cabeza.
El resultado de esta colaboración culinaria fue un banquete que deleitó los paladares de los afortunados invitados que se reunieron en el establecimiento de Casalarreina, que es conocido por platos como los caprichos de Toloño, el cremoso de Queso de Cameros y anchoa o las croquetas de jamón ibérico. Sin embargo, en esta ocasión especial, La Vieja Bodega ofreció algo nuevo para los amantes de la gastronomía: un auténtico asado argentino. “Queríamos realizar lo que se denomina un asado a cuatro manos y la experiencia salió genial”, señala Ángel Pérez Aguilar, gerente del establecimiento riojalteño.
Los aromas tentadores de Argentina se apoderaron del lugar, con la parrilla chisporroteando y el aire cargado de una mezcla de especias y carne a la brasa. Entre los platos destacados, además de los habituales de La Vieja Bodega, se encontraban las empanadas, los chorizos criollos y las mollejas, todos clásicos de la gastronomía argentina. Además, los invitados se deleitaron con cortes de carne emblemáticos, como el costillar, la entraña, el vacío y el ojo de bife, preparados a la perfección.
Homenaje a la tradición argentina
El punto culminante de la velada fue un cordero a la cruz, un típico asado a lo gaucho que sirvió como un homenaje a las tradiciones culinarias argentinas. Este festín se convirtió en una ocasión perfecta para reunir a amigos y amigas del mundo del vino, entusiastas de los viajes y clientes habituales del restaurante. Todos compartieron la emoción de esta experiencia culinaria única, con risas y conversaciones animadas. “Un típico asado a lo gaucho que sirvió para reunir a amigos que son para toda la vida”, señala Pérez Aguilar.




Para acompañar esta deliciosa comida, no se escatimó en vinos argentinos de alta calidad, procedentes tanto de Mendoza como de Salta. Los comensales tuvieron la oportunidad de maridar sus platos con vinos excepcionales que realzaron los sabores de la carne y las delicias argentinas.
Y, por supuesto, no podía faltar el postre para poner un broche dulce a la velada. Los invitados degustaron una crema de chantilly con fresas, virutas de chocolate y helado, como punto final a una experiencia gastronómica que les transportó a la tierra de los gauchos y el asado.
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