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La espectacularidad y el horror que el genocidio llevado a cabo por Israel sobre el pueblo palestino obliga a pasar a un segundo plano otras situaciones en la que determinados poderes asociados al eje Rusia-Estados Unidos están sometiendo al mundo occidental. La invasión rusa sobre Ucrania y el intercambio de drones y amenazas veladas entre la Rusia de Putin y la OTAN de Trump son algunos de los ejemplos de esta situación.
La irresponsable respuesta de los Estados Unidos y su “matonismo trumpista” asociado al proteccionismo de sus “policías del Mediterráneo, Israel y Marruecos, junto a la “cobardía” demostrada por las autoridades comunitarias europeas han convertido al continente europeo en “una colonia sometida a EEUU” demostrando que la legislación internacional y las estructuras emanadas del final de la Segunda Guerra Mundial son un papel del pasado” y que cualquier “matón” como Estados Unidos, Israel, Rusia o Marruecos puede recurrir a la violencia para modificar la situación geopolítica internacional. Una gran cantidad de medios públicos de difusión junto a una política de desinformación llevada a cabo por estas potencias han contribuido a confundir y a simplificar estos conflictos reduciéndolos a su mínima expresión: “en cada caso concreto sólo hay dos bandos enfrentados que recurren a formas extrema de violencia”.
Dicho de otra manera, cada conflicto responde a una situación de guerra. Nada más lejos de la realidad. En el caso de Ucrania la invasión realizada por el ejercito ruso, en cierto modo provocada por la presión de la OTAN acercando sus fuerzas a las fronteras de Rusia, ha conducido a la existencia de un conflicto regional que ha obligado a Ucrania a defender su territorio y a una Comunidad Europea a posicionarse en su defensa, a pesar de su pertenencia a una organización trasatlántica dominada por Estados Unidos y a la que en modo alguno le preocupa la defensa de Europa. En el caso del genocidio, no conflicto palestino-israelí, la situación no parte del acto terrorista llevado a cabo por Hamás en 2023, sino que responde a una estrategia global del aparato de poder sionista que se inició incluso antes de la “partición llevada a cabo en el Protectorado británico”.
Mediante la creación de una agencia sionista que trabajó para conseguir la inmigración de miles de judíos, habitantes de diversas naciones europeas, para conseguir un potencial humano suficiente comenzó a arrinconar a la población palestina. El “complejo de culpa” de los europeos por haber contemplado e incluso permitido el “holocausto” sufrido por los judíos, asociado a la presión ejercida por lobbies sionistas residentes en los diversos países europeos y americanos, posibilitó el progresivo “apartheid” y la perdida de los derechos humanos de los palestinos sin que se haya producido una respuesta aunque fuera tibia de las naciones occidentales. La situación actual en Palestina no es la de una guerra entre dos naciones, sino la de una progresiva invasión israelita apoyada con dinero y recursos militares occidentales sobre una población civil indefensa.
Desde mucho antes del acto terrorista de Hamás, que también hemos de condenar, colonos israelitas protegidos por el ejercito de Israel maltrataron, asesinaron y robaron a las poblaciones palestinas – vuelvo a repetir indefensas – territorios que incluso después de la partición les pertenecían. La falsa situación de legitimidad que hasta este momento han construido los medios de prensa occidentales ha proporcionado a Israel una libertad de acción que se ha traducido en su idea de vender al mundo su derecho a invocar la necesidad de una auto-defensa que sin ninguna duda no responde a la realidad. Israel no ha sido invadida, la invasión se ha producido sobre Palestina y el derecho a la autodefensa ha de ser el de los palestinos.
Genocidio y limpieza étnica
El genocidio y la limpieza étnica que el Gobierno sionista de Israel continúa llevando a cabo no sólo se contempla en los continuos bombardeos y la invasión terrestre que el ejercito israelita realiza, sino que este Gobierno asesino continúa planificando y llevando a cabo “robos de territorio” mediante la construcción de nuevos asentamientos en territorios que no les pertenecen. Israel es un “poder ocupante” y su invasión de Gaza y de Cisjordania supone, según las diversas estructuras de las Naciones Unidas, una “ocupación beligerante” que tira por tierra todas las consideraciones que las sociedades civilizadas asumieron tras la Segunda Guerra Mundial. Sin la intensa brutalidad de este proceso el conflicto del Sahara Occidental ofrece numerosas similitudes.
Con el beneplácito norteamericano, ante la debilidad del Gobierno Español durante el transcurso de la última enfermedad del Dictador, Marruecos inició la llamada “marcha verde”, la represión sobre los habitantes del Sahara Occidental (anteriormente españoles) y la invasión del territorio, que ha llegado en la actualidad a la vergonzosa actuación del Gobierno de Pedro Sánchez cediendo a las presiones norteamericanas y marroquíes olvidando las obligaciones de los españoles sobre lo que aún continua siendo un Protectorado y cuyo proceso descolonizador no ha terminado.
A primera vista podríamos considerar exagerado establecer los paralelismos existentes entre la situación palestina y la del Sahara Occidental. Las problemáticas han sido diferentes y la presencia mediática internacional resulta claramente desigual. Sin embargo, ambos casos responden a situaciones que ocasionan una rotura del derecho internacional y evidencian las consecuencias de políticas de invasión por parte de actores locales con el apoyo, el consentimiento o la real complicidad de la comunidad internacional.
El Gobierno español demuestra sus contradicciones internas. Por una parte da “tímidos pasos” para denunciar el genocidio de Gaza, aunque sin atreverse a mostrar una postura firme rompiendo relaciones de todo tipo con el Gobierno invasor y genocida de Israel, y por otra traiciona a nuestros hermanos saharauis vendiéndolos al gobierno también imperialista, invasor y represivo del Reino de Marruecos. Y sobrevolando todo este escenario la ominosa presencia de un Estado, cada vez menos democrático, como el de los Estados Unidos. Ya han pasado muchos años desde que empezamos a gritar “Otan no, Bases fuera”. La postura actual del “régimen trumpista” nos va dando la razón. Primero “los aranceles salvajes”, y luego la demostración de que a Estados Unidos sólo le interesa la seguridad de Europa si la Otan actúa como “un vasallo fiel” de las directrices norteamericanas.
Los escenarios presentes en la actualidad en el Mediterráneo y las masivas manifestaciones en apoyo de Palestina en prácticamente todo el mundo demuestran esta realidad. Israel, con el apoyo del Gobierno estadounidense, rompe unilateralmente las reglas de juego, realiza actos de piratería en aguas internacionales y encarcela de manera ilegal a activistas humanitarios en el desierto del Negueb, sin que las respuestas de los Gobiernos europeos lleven a cabo respuestas firmes y adecuadas, salvo unas insuficientes respuestas simbólicas que no se traducen en la protección ni de unas poblaciones sometidas a un proceso de limpieza étnica ni de unos “nacionales de Europa” que se oponen de forma pacifica a esta forma de exterminio. Sin embargo, frente a esta posición “diplomática e insuficiente” de los Gobiernos europeos, en una gran cantidad de las ciudades del mundo los ciudadanos se levantan y se manifiestan apoyando a una población que sufre un “nuevo holocausto en cierta manera similar al sufrido por los judíos en la Alemania nazi”.
Defendemos el mantenimiento de unas reglas de juego, defendemos la permanencia de una legislación internacional que facilite el dialogo como método de solución de conflicto entre los países. Israel ha pisoteado todas estas consideraciones, pero no sólo hemos de denunciar esta situación: la invasión rusa de Ucrania ha generado una guerra en Europa, y las invasiones de Israel en territorio palestino o de Marruecos en los territorios del Sahara Occidental originan no un conflicto ni una guerra sino una agresión salvaje y una represión brutal sobre ciudadanos indefensos. Estos hechos junto a los apoyos de gobiernos que se muestran insensibles a las aspiraciones de una gran parte de la ciudadanía nos muestran que la defensa y la integridad de las naciones y los valores de autodeterminación de sus poblaciones está sometido a la “Ley del más fuerte” olvidando las implicaciones éticas y legales que todo ello supone.
Manifestamos nuestro apoyo a la integridad del territorio ucraniano que impida el “desmembramiento” de una nación por el abuso de poder militar de una nación vecina. Denunciamos el asesinato indiscriminado de poblaciones civiles indefensas por parte de una potencia agresora israelita cuyo principal interés no reside a una “necesidad inventada de política de autodefensa inventada” sino que reside en la aplicación de una estrategia de invasión y ocupación que no comenzó con el brutal y condenable acto de terrorismo llevado a cabo por Hamás sino que parte de la política del “gran Israel” que pretende anexionarse todo el territorio palestino desde el momento mismo de la “partición”.
Esta política, inicialmente neo-colonialista, pero imperialista en la actualidad, es apoyada por el “impresentable” presidente de los Estados Unidos que envía como representante a la mesa de las negociaciones a un cuñado, “inversor inmobiliario” cuya experiencia negociadora parece nula pero que parece muy dotado para valorar las posibilidades turísticas y constructoras de una zona robada a los palestinos y actualmente arrasada. También nos oponemos a “dejar en el olvido” a las poblaciones saharauis expulsadas de sus casas que malviven en los campamentos de refugiados situados en la “hamada”, una parte del desierto argelino en las proximidades de Tinduf, o a las poblaciones que perviven en los territorios ocupados siendo reprimidos por la “teocracia marroquí”.
Esta última situación pone en evidencia nuestra responsabilidad como españoles en la “realidad de esta ignominia”. No podemos ni debemos olvidar que oponiéndose a la mayoritaria opinión de los ciudadanos españoles el Gobierno socialista de Pedro Sánchez ha olvidado sus obligaciones como potencia descolonizadora, ha traicionado a los que hasta hace poco eran ciudadanos españoles, sumiéndonos en la vergüenza.
Viva la Ucrania libre
Viva el Sahara Occidental libre
Viva Palestina libre
Julio Martínez Flórez
Secretario político del Partido Comunista de España en La Rioja