El Luis de la Fuente de Haro vivió este miércoles una noche de las que hacen afición. El Náxara, arropado por numerosos seguidores najerinos que poblaron las gradas, se midió con valentía a la SD Eibar, equipo de Segunda División, en la primera ronda de la Copa del Rey. El marcador final (2-4) no refleja del todo lo que fue el encuentro: un ejercicio de coraje, orgullo y fútbol digno por parte del conjunto riojalteño.
La eliminatoria comenzó con el Eibar imponiendo su jerarquía desde el pitido inicial. En apenas siete minutos, el conjunto armero ya había avisado con una clara ocasión que desbarató Lleyda. Javi Martón abrió el marcador en el minuto 20, y poco después, Nolaskoain amplió la ventaja desde el punto de penalti (0-2).
A pesar del golpe, el Náxara no se rindió. Animado por su gente, aunque en el ambiente se escuchaban también los cánticos de la fiel hinchada armera, el equipo de Nájera reaccionó con orgullo. En el 43, Viti recortó distancias con un precioso gol que levantó a la grada. Al descanso, el 1-2 dejaba abierta la esperanza para el conjunto de Nájera.
Gran segunda parte del Náxara
La segunda mitad empezó torcida para el Náxara, con un nuevo penalti a favor del Eibar que Toni Villa transformó (1-3). La decisión del árbitro fue muy protestada por la afición najerina. Sin embargo, el guion no cambió: el Náxara siguió compitiendo, generando ocasiones y obligando al portero visitante a lucirse en varias intervenciones. Los minutos pasaban y el conjunto riojalteño crecía, empujado por su fe y por una grada entregada.
El esfuerzo tuvo premio. En el 81, Ochoa hizo justicia al empuje local con el 2-3, desatando la locura en las gradas del Luis de la Fuente. El Náxara rozó el empate poco después con una volea de Villos que se marchó por poco. El Eibar, que veía cómo se le complicaba la eliminatoria, sentenció en el 88 con un gol de Jon Bautista (2-4), cuando los blanquiazules volvían a apretar en busca del milagro.
El pitido final dejó una sensación agridulce. El Náxara cayó, sí, pero lo hizo con honor, con el reconocimiento de su afición y el respeto de los armeros. “No se pueden fallar tantas ante un equipo grande”, se escuchó en la grada, pero el sentimiento general era de orgullo. En Haro se vio un Náxara valiente, digno de Copa, en una ciudad que acompañó a los blanquiazules en esta aventura.
