El equipo de profesionales de Emergencias Sanitarias del 061 suele lidiar con muchas situaciones peliagudas y que en muchos casos acaban teniendo un triste desenlace. “Es nuestro trabajo, nos encanta y siempre lo hacemos con profesionalidad y el mayor cariño, porque tenemos que estar ahí y muchas veces el final no suele ser bueno. Pero hay otras veces como ésta en el que ves cómo la vida se abre camino, te sientes partícipe de algo tan bonito y sientes de verdad que tu trabajo tiene todo el sentido”. Lo cuenta emocionada Mayte Oserín, logroñesa que lleva en el servicio de profesionales sanitarios del 061 desde que se puso en marcha, hace más de 20 años.
Esta enfermera de 50 años, con una infinidad anécdotas a sus espaldas, participó esta semana en el parto de un bebé en el Centro de Salud de Haro, una situación completamente inusual y que Oserín cree que no haya ocurrido nunca antes. “Yo al menos no tengo constancia de ello. Sí que hemos atendido partos en muchos lugares, en domicilios, en vehículos y en la propia ambulancia, pero en un centro de salud es algo muy raro”, asegura. Aunque la verdad es que, según ha podido saber este medio, no es la primera vez que algo así sucede en el ambulatorio de Haro. “Hace mucho tiempo cuando había incluso peores medios hemos atendido en urgencias algún que otro parto. Hemos sido tíos más veces”, recuerda con cariño una trabajadora del centro.
De vuelta a nuestra historia, la madre llegó acompañada por su marido sobre las cinco de la mañana. “Llevaba con signos de parto desde las tres de la mañana y cuando las contracciones fueron muy seguidas y viendo que no iban a poder llegar a tiempo al hospital, decidieron acudir al Centro de Salud”. Allí estaban de guardia una médico, la enfermera, una residente y una celadora. Inmediatamente dieron aviso a los profesionales del 061, la Unidad de Soporte Vital Avanzado de Haro, un equipo formado por un médico, una enfermera y dos técnicos sanitarios, que salieron a la carrera.
“Estábamos como cualquier otra madrugada en el departamento aledaño al Centro de Salud. Nos entró el aviso de un parto en curso y salimos corriendo con los maletines. Al fin y al cabo son situaciones con las que nostros solemos lidiar en nuestro día a día, pero que para los profesionales de un ambulatorio son más inusuales. Cuando llegamos nos encontramos a la mujer sentada en la camilla con contracciones muy seguidas. Ella nos decía que el parto iba a ser inminente, que así lo notaba. Era su tercer embarazo”, cuenta Oserín.
“Mientras valorábamos los pros y los contras de ir a Logroño, la madre nos dijo que iba a empujar ya, que el niño venía ya”
Superados los nervios iniciales, el equipo se puso manos a la obra, apoyado en todo momento por los profesionales que hacían guardia en el Centro de Salud. “En aquel momento pensamos en el equipo del 061 que quizás nos daría tiempo a llegar a Logroño, pero en esos dos minutos que tardamos en valorar todos los pros y los contras, la madre nos dijo que iba a empujar ya, que el niño venía ya”, explica Oserín.
Al final iba a ser la mejor decisión. “Sin duda fue un acierto atender el parto en el Centro de Salud, con mucha más tranquilidad y en un lugar lo más parecido a un hospital. Al final si te metes en carretera puede pasar que te tengas que echar al arcén para atender el parto y eso hubiera sido mucho más peligroso para todos y más incómodo”, considera la enfermera.

Fue entonces cuando Oserín le hizo a la madre el tacto vaginal y comprobó que el bebé estaba coronando. “Estaba a punto de salir, así que le dije que no se preocupara, que iba a dar a luz con nosotros. La madre colaboró maravillosamente y lo hizo genial. Respiró, empujó, volvió a respirar y a empujar, y el parto no duró apenas nada, ni siquiera necesitó episotomía, el corte que se suele hacer para favorecer la salida del pequeño”, y que en realidad no era tan pequeño. Los sanitarios preguntaron a la madre si sabía el tamaño del bebé y les aseguró que “venía grande”. “El bebé pesó 4,260 kilos. Estaba ya criado”, dice Oserín a punto de la risa. “Le ayudamos con el dilatamiento de manera manual y al tercer pujo ya vimos salir la cabeza del bebé. Fue un momento muy especial”, asegura Oserín.
Al final todo fue muy rápido y sobre ruedas. A las 5 y 20 de la madrugada nació el pequeño. Los sanitarios lo calentaron rápidamente e hicieron el piel con piel con la madre. “Era un sitio poco habitual y era muy importante ponérselo a la madre encima cuánto antes. En cuanto lloró avisamos a su padre que estaba afuera esperando y a los pocos minutos ya pudo ver a su hijo. Estaba muy emocionado y agradecido. No paraba de decir, gracias, gracias y gracias. Me imagino que al principio de todo se sintió desbordado y preocupado y cuando vio que no estaba solo y que le íbamos a ayudar a él y a su mujer ya todo fue genial y se tranquilizó”, cuenta Oserín.
El padre entró, abrazó a su esposa emocionado y luego ya pudo sostener a su hijo en brazos, el tercero de la pareja. “Estaba radiante, superagradecido, nos pidió incluso que nos hiciéramos fotos con ellos para podérselas enseñar a sus otros hijos de 8 y 4 años”.
“Al principio siempre hay algo de nervios, pero la emergencia es así”
Tras el parto llegó el alumbramiento, momento en el que la madre expulsa la placenta. “Suele suceder entre diez y quince minutos después del parto, y decidimos también realizarlo en el Centro de Salud porque ponernos en carretera durante media hora no hubiera sido la mejor decisión”. Después el equipo llamó al Hospital San Pedro para que estuvieran preparados. “Fue todo muy rápido y salió muy bien”, recuerda Oserín, que insiste en que fue “algo maravilloso”. “Al principio siempre hay algo de nervios por la situación inusual que ya es, pero la emergencia es así y se enfrenta con templanza, con los años de experiencia y la formación continua a la que nos sometemos. Nos encanta nuestro trabajo, nos gusta porque se trata de un servicio muy especial que a veces tenemos que llevar a cabo en situaciones muy adversas”, señala.
Y es que Oserín reconoce que están habituados a vivir “muchas desgracias” y que tienen que afrontar con la “mayor profesionalidad y cariño posibles”. Pero en otras circunstancias “cuando se abre camino la vida y tú eres partícipe de ello es algo que vas a recordar siempre, y un parto cuando va bien es algo maravilloso. Fue una alegría para todos y al momento lo notificamos en el grupo que tenemos: ¡Ya hemos sido tíos! Al final tenemos un montón de sobrinos pegados”, bromea Oserín.