Un monólogo siempre es un suspiro. Es un reto. Es un día de fiesta para un aficionado al teatro, es una aventura dramática metida en una botella y lanzada al mar. A veces llega a manos amigas y otras se queda flotando en el agua.
Roberto Rivera plantea en ‘Yo mimé conmigo’ un monólogo sobre el aislamiento y la soledad como caja de resonancia de aquel confinamiento sufrido en 2020. Era cuestión de tiempo que esa “primavera perdida” germinase en obras artísticas que abonasen la reflexión del espectador. Rivera participa de esa siembra con una aventura teatral directa y literaria.
María González sostiene ese texto elaborado, marca de la casa, con intensidad y emoción constante. Una emoción que, a veces, desdibuja la línea de tiempo que sitúa el confinamiento antes del monólogo. A pesar de su única presencia en escena, además del músico Jorge Gros, su interpretación del monólogo establece una lucha casi dialéctica muy interesante. Un combate entre esa voz literaria, a ratos barroca, alejada del pensamiento habitual que tenemos con nosotros mismos y los secos golpes que ese texto asesta a todos los temas que trata. Quizá demasiados para cincuenta minutos de monólogo. Rivera prefiere ser directo en sus opiniones y florido en sus forma.
Un confinamiento más
Decía Javier Reverte, mucho antes de aquel 2020, que la ciudad es un montón de soledades juntas. Rivera utiliza un confinamiento para hablar de todos los confinamientos. Usa una soledad para hablar de todas esas soledades que se esconden detrás de las puertas, en los auriculares a todo volumen o en las pantallas de los móviles. Un aislamiento que son todos los aislamientos cuando cesa el ruido y la voz interior no hace eco.
Un eco, precisamente, que en la obra suena en forma de letanías eléctricas. La música, a ratos imperceptible, a ratos demasiado presente, otorga al texto y a la puesta en escena un velo de ensoñación incómoda, desenfocada. Ese juego de espejos y espejismos sirve para hablar, también, de amor e identidad sexual. Es interesante, en ese aspecto, el uso del ‘otro’ poético; del amante, real o no, al que ella dirige lamentos y loas.
Un juego que funciona mejor cuando es más sutil, cuando se sugiere y se dibuja en la búsqueda de la protagonista por algo amable a lo que agarrarse en esa jaula asfixiante. Cuando esa búsqueda se hace real y cotidiana, todo gana en nitidez pero se pierde fuerza dramática y poética que eleva el texto.
‘Yo mimé conmigo’ mira al ombligo del espectador y hace preguntas esperando un reacción más que una respuesta concreta.
Un estreno especial
Nadie quiso faltar a la cita. El teatro Bretón de Haro se llenó para disfrutar de un estreno especial. Roberto Rivera, dramaturgo, periodista y jarrero estrenaba en su casa, y por primera vez, una obra suya. Después del debut de la obra en Santo Domingo de la Calzada, bajo la dirección de José Pascual, llegó ayer a Haro con la complicidad de una platea llena de vecinos y amigos.
Tanto a la entrada como a la salida, Rivera recogió el cariño de una audiencia entregada que rompió a aplaudir nada más concluir el monólogo. Entre los espectadores, acudieron al estreno el presidente de La Rioja, Gonzalo Capellán, y la alcaldesa de Haro, Guadalupe Fernández, o el consejero de Cultura, Turismo, Deporte y Juventud, José Luis Pérez Pastor.