El telón se levantó ayer para Scapin y sus enredos. La única propuesta de un clásico en esta edición del Garnacha. Un clásico es como un diccionario. Siempre está en la estantería para recurrir a él cuando entran las dudas. Lo que ocurre con este diccionario es que en función de quién lo abra, las definiciones pueden cambiar. Nunca se agota y siempre hay algo nuevo.
Morboria, veterana compañía experimentada en adaptar a Molière, abre el diccionario por la S de Scapin y se encuentra con un libreto muy popular, juguetón y con un punto de partida que mira a la Comedia del Arte. Con esto, Fernando Aguado y Eva del Palacio se lanzan a la piscina del humor, del amor como fiesta errante, del enredo como regate futbolístico. Y hay agua.
Verbena del enredo
Decía un profesor mío que, en el cine, los títulos de crédito aportan una información básica de la película que se está a punto de ver. Esta versión de “Los enredos de Scapin” de Molière arranca con una breve escena donde propone las bases de esta adaptación: Varios de los protagonistas entran en escena bailando juntos y contentos al ritmo de una cancioncilla pegadiza con guitarra y mandolina integradas en la propia escena. Una verbena del enredo. Ritmo festivo y desenfadado donde Scapin hace y deshace sus trucos y malabares dialécticos para hacer avanzar una trama poco profunda pero efectiva y divertida.
El elenco, enmascarado con ropajes y maquillaje que exageraban ese afán por la frivolidad y la diversión, llenó, literal y metafóricamente, las tablas del Bretón. Con solvencia y por momentos desigual, de la propuesta actoral destaca el oficio de Fernando Aguado y Eva del Palacio y el trabajo de José Ramón Arredondo. La presentación de su Octavio es divertidísima.
Geografía del teatro
Morboria es una compañía valiente y en este diccionario busca por la P de popular y renueva su definición para que el público de hoy se acerque a unos personajes tan arquetípicos como, a veces, lejanos o inventados. El anacronismo no existe cuando llevas puesta una máscara.
Y cuando llevas puesta una máscara el cuerpo se convierte en tu cara. La expresividad de todos sus movimientos fue destacable y muy divertida: Los derrapes de Scapin, los saltitos de Octavio o los llantos acompasados de Zerbineta.
La compañía es valiente, también, cuando reimagina el único espacio escénico donde sucede la acción. Esa geografía que solo existe cuando se sube el telón. Como Verona o Elsinor, Scapin se mueve en un lugar a medio camino entre un pueblo del sur de Italia y un asentamiento nómada. A medio camino entre Shakespeare, Fellini o Kusturica. Y dan ganas de quedarse en ese lugar a seguir bailando y celebrando el amor y sus regates.
Recuerdos y agradecimientos
Tras una ovación convencida por una audiencia entregada a los enredos de Scapin, el elenco quiso tomar la palabra y hacer dos comentarios. Tomó la palabra Eva del Palacio, cofundadora de la compañía madrileña, para agradecer la confianza del festival Garnacha por incluir un montaje suyo en esta nueva edición. Además, quiso felicitar al certamen jarrero por sus 26 años de vida. También quisieron tener un recuerdo para Concha Velasco. La actriz falleció ayer a los 84 años de edad tras una vida dedicada a la interpretación y Del Palacio aseguró, aún desde el escenario, que “se ha ido una grande del teatro”.
Clown musical
La compañía madrileña regresa hoy, a partir de las 20:30 horas, a Haro un año después de ganar el Garnacha en 2022 con “Maria Callas. Sfogato”. Alberto Frías, director del premiado montaje, se sube a las tablas esta vez para proponer un musical clown que repasa la vida de un payaso a través de canto, música y números clásicos del trabajo del payaso. Estará acompañado por el músico y también actor Ernest Fuster. “Payaso” está escrita por José Masegosa y Zenón Recalde. Éste último es el actual director del musical “El Rey León” en España. Con este montaje se cerrará el segundo fin de semana de un Garnacha 2023 que ya ha alcanzado el ecuador.