Como regalo de primera comunión un viaje en globo no está nada mal. A muchos nos hubiera molado a su edad. A otros les hubiera aterrado o les hubiera dado respeto. A Clara nada de eso. Tiene 9 años y nunca se había subido a un globo. «Estaba emocionadísima», nos cuenta su tío Iván.
Junto a su familia, Clara ha ayudado como otros muchos en las tareas antes del despegue. Es la tradición. Al final todos echan un cable. Pilotos, acompañantes y viajeros ayudan con tal de que los globos estén surcando los cielos cuanto antes.
«Mirad, se ve la huerta del abuelo»
Ya por los aires, Clara ha sido pasajera de pocas palabras. Esa especie de ‘calma chicha’ la ha dejado casi sin habla… hasta que ha divisado un lugar que le era familiar: «Mirad, se ve la huerta del abuelo. ¡Hola, abuelo!».



Una competición al fin y al cabo
Eso sí, Clara no ha olvidado el hecho de que, al fin y al cabo, se trata de una competición. El Campeonato de España de Aerostación está en juego y ella también quería ganar. «Tenemos que ser primeros», le decía a sus tíos emocionada, y no paraba de repetir: «¡Mirad, estamos por encima de las nubes!»
El vuelo ha durado poco más de una hora, y el globo ha terminado aterrizando entre Casas Blancas y San Asensio, en una finca preparada para tal fin. «El aterrizaje ha sido elegante. Nosotros al menos hemos aterrizado de pie», decía Clara entre risas mientras señalaba otro globo, que pilotado por Óscar Ayala, se había posado tumbado en tierra, una maniobra que se suele realizar para que la llegada a suelo firme sea más divertida para el pasajero.
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