Un año más, dentro del programa del Verano Cultural del Ayuntamiento de Haro, diferentes puntos de la ciudad jarrera se han convertido en escenarios improvisados para poner a la música clásica como protagonista. La Ronda Clásica de este 2025 ha vuelto a contar con músicos de la asociación Rioja Filarmonía, que han tocado diferentes piezas junto a las explicaciones de su presidente y Doctor en Musicología, Eduardo Chávarri.
Junto al Palacio de las Bezaras, que continúa con la reforma de su tejado, el dúo de oboe y piano, formado por María Muñoz y Germán Barrio, ha interpretado temas de Mozart o la conocida ‘Oboe de Gabriel’, del compositor Ennio Morricone, de la película ‘La Misión’ (1986).
Rincones con encanto musical
Tras esto, el público se ha desplazado hasta el entorno de la plaza Víctor Pradera donde han podido disfrutar de la música de acordeón de Alejandro Ares, asturiano de nacimiento, pero “riojano de corazón”, como ha destacado Chávarri. Ares ha tocado temas de Galliano, Chopin, Piazzolla y del riojano Fermín Gurbindo. Del compositor nacido en Ábalos y al que la localidad homenajeará este fin de semana, Ares ha interpretado temas como ‘Caravana perdida’ o ‘Jolie Vals’.
Antes de terminar en la parroquia de Santo Tomás, el trío de metales formado por Luis Cortés, Samuel Tejada y Jesús Rioja ha tocado ante las barricas del Ayuntamiento. Allí, frente a un numeroso público, han interpretado piezas de Jänner, Beethoven, Johnson y Verhelst, entre otros.

Como colofón, el dúo formado por María Muñoz y Germán Barrio, Alejandro Ares y el trío de metales formado por Luis Cortés, Samuel Tejada y Jesús Rioja han interpretado en la parroquia de Santo Tomás diferentes temas para cerrar la edición 2025 de esta Ronda Clásica. Entre los temas que han tocado en esta parte final, el dúo de oboe y piano ha interpretado solos para orquesta de corno inglés, Ares con su acordeón ha tocado ‘Asturias’, de Isaac Albéniz y el trío de metales ha finalizado con la emotiva ‘A Song for Japan’, escrita por el compositor Steven Verhelst en homenaje a las víctimas del terremoto que asoló Japón en 2011.
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