Diego Barrasa (Haro, 1976), miembro de la academia Calasans Brazilian Jiu Jitsu, se ha proclamado recientemente campeón del mundo de su categoría (77 kilos) en el Campeonato AJP Jiu-Jitsu Pro celebrado en Abu Dhabi, una de las competiciones más prestigiosas del panorama internacional de este arte marcial.
El vínculo de Diego con las artes marciales viene desde la infancia. Empezó muy pequeño practicando judo en el gimnasio de su tío Santi (Barrasa) en Haro, y en su familia, casi todos han estado vinculados a este tipo de disciplinas. Tras un largo paréntesis alejado del tatami, hace tres años y medio decidió retomar el deporte y comenzó a practicar jiu-jitsu en Logroño, en la academia Itaca, junto a su entrenador Cipri Bucatariu. “Comencé a practicarlo como una terapia antiestrés, para desconectar del trabajo, y poco a poco empezamos a ver que podría competir a alto nivel”.
El jiu-jitsu es un arte marcial japonés que se centra en la defensa personal sin armas, utilizando la fuerza y el peso del oponente en su contra. Existen varias variantes, de las cuales la más popular en la actualidad es el jiu-jitsu brasileño (BJJ), que evolucionó del judo con un enfoque principal en las sumisiones y el combate en el suelo. Ambas disciplinas comparten raíces en la lucha cuerpo a cuerpo, pero se diferencian en sus objetivos, técnicas y regulaciones de competición. “Ni cara ni genitales. Hay menos límites que en el judo”, simplifica Barrasa. Casi todo lo demás está permitido para someter a tu contrincante.
Una preparación de año y medio
Así, hace año y medio, comenzó a prepararse a conciencia para competir en Abu Dhabi, siempre dentro del tiempo que su trabajo le permitía. “Todos esos ratos libres los invertí en prepararme junto a mis compañeros de escuela (Itaca) y mi entrenador Cipri al que le estoy enormemente agradecido. Al final, aunque estés tú solo en el combate, esto es un deporte de equipo, porque todo lo que despliegas en cada lucha individual es gracias al trabajo con tus compañeros y entrenador”, explica Barrasa.
Para Barrasa, simplemente, el objetivo era “estar allí”, en Abu Dhabi, en una competición con los mejores, de máximo nivel, como es la liga AJP. Gracias a que ganó el nacional y después el europeo, llegó a Emiratos Árabes como cabeza de serie, por lo que compitió directamente en cuartos, semifinal y final. “Lo de Emiratos es otro nivel. Allí el jiu-jitsu es deporte nacional, se enseña en las escuelas y se promociona a un nivel brutal. De hecho, el pabellón donde competimos se construyó exclusivamente para este deporte. Y el nivel de organización es brutal”, destaca.
En cuartos de final se enfrentó a un deportista de Uzbekistán. “Tuve que mirar bien un mapamundi para ubicar el país. Allí hay una cultura de lucha increíble y la verdad que eso de la sumisión no está en sus cabezas. Fue un combate de mucha intensidad, pero por suerte pasé a la siguiente ronda”. Posteriormente luchó contra un rival de Emiratos y, ya en la gran final, se midió al francés Yann Pissenem, en un combate muy igualado que se resolvería en el minuto de oro en el que la técnica de Barrasa decantó la lucha.



Fue un triunfo que le costó tiempo asimilar. “Cuando justo acaba el combate no eres muy consciente. Estás con la tensión de la competición, el modo activación que tienes que tener para salir al tatami, y no eres consciente en ese momento de lo logrado. Luego claro que sí. Es la consecuencia de mucho trabajo, pero lo importante era estar allí, en una competición de gran nivel. Porque a un combate puedes ganar o perder con cualquiera, y cada categoría es un mundo. También dependes mucho de la suerte, que nadie se olvide de eso”, destaca.
Pero Barrasa también quiere destacar el tema de la edad. “Aquí no competimos con rivales de 25-30 años con la testosterona a tope. Al final la edad no tiene que limitar tu carrera deportiva ni decirte que no puedes competir en un deporte al máximo nivel. Y estas competiciones amateur no tienen nada que envidiar a las competiciones absolutas hasta los 30 años. Es cierto que la edad tiene sus límites. Al final no te recuperas igual con 25 que con 45, pero yo voy a seguir competiendo hasta ver qué pasa y hasta que el cuerpo aguante”.
Y en casa, el éxito de Diego ha sido recibido como una sorpresa muy agradable. “En mi casa toda mi familia ha practicado artes marciales y, claro, recibir esta noticia ha sido una grata sorpresa y más a mi edad, cuando he vuelto al tatami hace tan solo tres años y medio”.






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