El 10 de febrero el Consejero de Ministros inició el trámite para poner en marcha lo que se denomina el ‘Passenger Name Report (PNR)’, algo que nos sonará y bastante este mismo año porque que tiene como fecha límite para su aprobación el próximo 25 de mayo.
El gobierno pretende analizar todos nuestros datos, el análisis de lo que se denomina ‘Big Data’, seamos sospechosos o no, hagamos algo malo o no en aras de nuestra seguridad. ¿Es esto una vulneración de nuestra privacidad, un ataque directo a nuestra libertad de expresión? La aprobación de esta legalización del espionaje a gran escala no es nueva. La idea surgió a raiz de los ataques terroristas del 11-S, y ha ido tomando forma poco a poco en España hasta que en febrero de 2015, tras la firma del pacto antiyihadista, el Gobierno sacó a concurso su desarrollo.
Literalmente, esta licitación dice que “…el sistema deberá ser capaz de captar información de redes sociales mediante la configuración de fuentes de internet: ….Redes sociales como Twitter, Google Plus, LinkedIn, Tumblr, Instagram y Flickr… RSS, foros, Blogs y páginas genéricas…. Youtube, Vimeo, LiveLeak… Buscadores como Google, Bing, Yahoo y Duck Duck Go”.
Como vemos, el gobierno podrá saber todo lo que vemos o decimos, las páginas que visitamos, las noticias que nos gusta ver, los trabajos que buscamos, las compras que hacemos… en definitiva, toda nuestra vida. Esta ley también recopilará información de las aerolíneas, con lo que los datos de nuestra tarjeta de crédito, nuestra dirección física o número de móvil también serán vigilados.
Como lo oyen. El PNR, analizando todos nuestros datos mediante el ‘Machine Learning’ (algoritmos de Inteligencia Artificial que aprenden solos, capaces de procesar muchísima información), proveerá de los datos suficientes para crear perfiles psicológicos e identificará a probables terroristas, asesinos, y posibles delincuentes. ¿Llegará el día en el que seremos juzgados antes de cometer un delito como en la película de Steven Spielberg ‘Minority Report’?
La actual Ley de Protección de Datos prohíbe crear bases de datos ideológicas, por lo que este PNR puede ser hasta inconstitucional. El gobierno no le da tanta importancia al tema alegando que es “por nuestra seguridad” o que es para prevenir o investigar delitos graves o terrorismo. Además, toda esta información recopilada por el gobierno tendrá un valor incalculable, convirtiéndose en un valioso objetivo para los hackers.
Todo por la seguridad
¿Es lícito alegar que es por nuestra seguridad? Hay gente que dice que no tiene nada que ocultar, que prefiere que le espíen, que la seguridad es lo primero, que sólo a los delincuentes le importan estas cosas, pero ¿es así, o es lo que quieren que pensemos para tenernos vigilados?
Cuando se debatió el espionaje masivo en el congreso de EEUU se preguntó: “¿Cuántos atentados se han evitado gracias a este sistema?” Y el gobierno tuvo que responder. “Ninguno”.
Los algoritmos que usará el ‘Passenger Name Report’ son sólo eso, algoritmos, y como tales pueden ser manipulados. No olvidemos las estrategias de ciertos gobiernos “bombardeando” de información y perfiles falsos las redes sociales para manipular lo que les interesa. ¿Que pasaría si un día un algoritmo opina que somos sospechosos y tenemos que dar cuenta de ello ante la ley siendo inocentes?
“aquellos que renunciarían a una libertad esencial para comprar un poco de seguridad momentánea no merecen ni libertad ni seguridad y acabará perdiendo ambas”. BENJAMIN fRANKLIN
El monitoreo de nuestros datos se puede evitar usando navegadores seguros, cuentas de correo con altos niveles de encriptación, no publicando cada minuto de nuestras vidas en las redes sociales, pero para ello hay que emplear un tiempo y un esfuerzo que muchas veces no queremos emplear porque es más fácil lo gratis, es más fácil dejarse llevar.
Ya no somos dueños de nuestra intimidad
La privacidad es una ilusión desde hace mucho tiempo para la mayoría de los ciudadanos que usa internet, que no saben que ya no son dueños de su intimidad. Actualmente estamos tan anestesiados y damos por hecho tantas cosas y atropellos a nuestra privacidad que somos incapaces de ver la gravedad de todo esto. Decía Benjamín Franklin que “aquellos que renunciarían a una libertad esencial para comprar un poco de seguridad momentánea no merecen ni libertad ni seguridad y acabará perdiendo ambas”.